Junto a ti parte 1

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Alfred era un excelente cocinero, de verdad mis felicitaciones, los panqueques habían quedado súper deliciosos.

Era un sábado por la mañana y Gabriel y yo estábamos totalmente solos en la casa, nos pusimos a jugar la consola, le mentí a Gabriel que no era nada buena jugando pero lo que no sabía era que al tener como hermano mayor a Jorge me fastidiaba que siempre me ganara en los videojuegos por lo que me propuse aprender hasta que llegara el día en que pudiera ganarle.

Con el tiempo lo logré, y se hizo un vicio, tanto que todas las tardes de los viernes a domingo hacíamos competencias,cuando le ganaba, Jorge se enojaba pero yo estaba realmente orgullosa de que mi esfuerzo por fin había dado resultado.

Gabriel quedó sorprendido y yo sólo pude reírme.

Era como la millonésima vez que jugábamos, pero esta vez cuando volví a ganarle aventó el control y se abalanzó sobre mi,comenzó  a hacerme cosquillas y yo no dejaba de reírme al igual que él, de pronto nos caímos del mueble y el quedó sobre mi con ambas manos sujetando mis muñecas, ambam muy cerca el uno del otro.

De pronto quise mirar a otro lado, porque realmente fué incómodo y Gabriel se paró enseguida y se sentó en el mueble al igual que yo, y seguimos jugando pero sin habar en lo absoluto.

Me aburrí y sin decir palabra alguna decidí subir al balcón del cuarto de Gabriel, aparte de que estaba muy aburrida de siempre ganarle me encantaba que la vista era única, me recordaba a la primaria, no tengo idea de porqué.

Cuando llevaba un buen rato ahí escuché un enorme ruido en la cocina y sólo me reí porque conociendo a Gabriel seguro debió de haberse enojado, no le presté tanta atención y seguí admirando la vista.

- Em, ¿quieres salir por un helado?- dijo con una tímida sonrisa en su rostro

- Si, suena bien- dije mientras tomaba una sudadera de Gabriel y corría para bajar las escaleras

Ambos pedimos un helado de vainilla en MC Donald's , pero nos tardamos mucho porque la fila era enorme y antes de nosotros había una señora con un kínder completo que pidió como 12 cajitas felices, cuando por fin pasamos nos fuimos caminando hasta un parque muy bonito que no conocía, o al menos nunca había ido allí, pero se veía que la mayoría de las cosas eran nuevas porque además de que no estaban gastadas casi no había gente.

Nos sentamos debajo de un árbol muy grande, porque la sombra que daba era magnífica, y nos pusimos a platicar sobre nuestro secreto, pues aún no teníamos idea de cómo nos habían llegado los poderes.

Cuando hubo silencio entre los dos, me dí cuenta de que el parque tenía una pequeña área de juegos, y me dió curiosidad ver cuáles juegos había allí, así que tomé la mano de Gabriel y salí corriendo hacia donde estab el área de juegos, que por cierto se veía muy bonita.

Me subí a los toboganes como mil veces, pasé todos los pasamanos sin problema alguno, subí mil veces una pared para escalar, me sentía toda una niña pequeña y esa sensación era hermosa porque tenía años que no iba a un parque, mamá nunca tuvo tiempo para nosotros, nunca entendí porqué tuvo tantos hijos si nunca iba a tener tiempo para ellos.

Ya no había nadie en el parque, sólo éramos él y yo y decidí subirme a los columpios, Gabriel me empujaba, y cada vez lo hacía más y más fuerte, hasta que llegó un momento en el que el columpio se rompió y yo salí disparada a una altura sorprendente, cuando iba a caer no sentí ni un golpe.

Abrí los ojos y no podía creer lo que veía, estaba volando, sorprendentemente flotaba a una altura considerable del suelo, Gabriel me habló y caí al suelo, como era graba, me raspé un poco mi mano, pero me salió bastante sangre, me dolía mucho.

A la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora