Capítulo 01.

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  "Soy Cupido."

20 de Enero.

El sol esta saliendo lentamente a las seis de la mañana, las nubes despejándose dejando ver el brillante sol, Cupido observa aquel espectáculo desde su ventana sentado en el piso bebiendo su té de manzanilla como todas las mañanas, hay una cobija de terciopelo dorada que cae en sus hombros cubriendo la mayor parte de su cuerpo para abrigarse un poco del frío.

6:30

La alarma de Cupido suena.

Él toma el anticuado reloj de color rosa y lo apaga, poco después se levanta del suelo dejando su cobija ahí junto a la taza ya vacía.

Los días cercanos a San Valentín solía tener insomnio, tenía mucha presión por todo el trabajo que tenía ese día, por hacer que fuese el mejor día para todo el mundo, para que nadie se sintiese solo, para que sus sentimientos sean correspondidos, para que no sufrieran, para que fuese un día perfecto.

Todos los años hacía todo lo posible para que todas y cada una de las personas fuesen felices, pero lamentablemente nunca lo había logrado y siempre quedaban personas con el corazón roto. Esa nunca dejaba de ser su meta a pesar de que San Valentín no era lo mismo para él desde aquel 13 de Febrero, un día antes de San Valentín, el día en que su hermano Anteros le dijo que ahora él le diría a quienes flechar y a quienes no...

"—¡Tú no puedes hacer eso Anteros! ¡Este es Mi trabajo! ¡Tú consigue el tuyo! —Exclamó cupido disgustado.

—Cupido ¿Haz visto lo alta que es la taza de suicidios el día de San Valentín? —Le extendió su tablet, mostrándole un reportaje sobre esto, la expresión de Cupido cambio por completo. —Las personas se suicidan por amores fallidos, soledad, depresión, ¿Te parece que estás haciendo tu trabajo bien, hermanito?"

Saber que habían tantas personas que eran infelices ese día hizo que Cupido se sintiera terrible, por lo que terminó aceptando la propuesta de su hermano, pero eso le causó un golpe muy fuerte en su autoestima, cambiando completamente su actitud, volviéndose poco a poco más callado, más frío, cerrado, como un eslabón que solo sigue órdenes.

La madre de Cupido y Anteros, Afrodita, había muerto ya hace muchos años, dejando a sus dos hijos solos, Anteros a pesar de ser el menor tuvo que tomar el papel de hermano mayor por la inmadurez de Cupido, por esto el menor tuvo que madurar rapido.

Hace tiempo que Cupido no era feliz, pero no decía nada, solo hacía lo que le decían sin más.

Luego de vestirse con una camisa blanca de botones y unos jeans, este se dedica a peinar un poco sus cabellos dorados, con tan solo mojarlos un poco y pasándose un peine quedaron perfectos.

Cupido solía tener la apariencia de un chico común, había aprendido a ocultar sus alas para poder salir en público, pero incluso en su casa prefería estar sin ellas porqué habían comenzado a incomodarle, con los años se volvieron más grandes y pesadas, tanto que su espalda le dolía por eso.

Baja las blancas y largas escaleras del lugar hasta llegar a abajo, al llegar solo ve a una señora limpiando la mesa, Anteros se había encargado de que hubiese servidumbre en toda la casa luego de la muerte de Afrodita, ambos eran muy perezosos para encargarse de la limpieza de la casa, sobre todo por lo grande que era.

Está buscando a su hermano con la mirada, pero no lo ve por ningún lado, esto le extraña porque él solía desayunar muy temprano, así que decide preguntarle a aquella señora.

—Disculpe, señora... —Le llama y está rápidamente voltea.

—¿Si, señor? —Cupido está a punto de preguntarle, pero la apariencia de ella acapara su atención. Unas ojeras enormes estaban debajo sus ojos, y su rostro estaba lleno de sudor al igual que el resto de su cuerpo, su cabello estaba en un moño despeinado, parecía enredado y sucio, se veía agotada, pero sin embargo seguía trabajando.

Cupido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora