-Mátalo, es matar o morir.
Pero, no puedo simplemente hacer eso, es un ser humano.
-Mátalo, o te cortare el cuello y te lanzare a los perros hambrientos -dijo el entrenador sacando su cuchillo del cinturón.
Frente a mi se encuentra un hombre pequeño, atado a la pared y amordazado, me dice con la mirada que no quiere morir, mientras sus lagrimas lo afirman; sin embargo, no tengo opción.
Clave el cuchillo en su yugular.
****
No paso mucho tiempo para que me acostumbrara al lugar y a la personalidad del niño llamado Mário, me di cuenta de lo timido que es y de lo desconfiado que se muestra ante lo desconocido.
Todos en este lugar tienen un pasado salido de guión, por lo que no me asombra que haya deslumbrado alguna escena que lo marcara al punto de ser así.
Sin darme cuenta los días pasaron, y estos se acumularon en años, hoy ya tengo ocho años y es el día en que debo decirle adiós a mis dos amigas, Esmeralda y Hannah, al llegar a esta edad separan a las niñas de los niños.
No consideró que este mal, pero me da tristeza separarme de ellas, por ello, mi equipo de tres ahora incompleto, no hay nadie que pueda llenar el vacio que dejo Hannah, espero que en el futuro pueda verla de nuevo, estoy seguro que crecerá como toda una belleza, pero no hay manera de confirmar eso en este momento.
****
-¡Sigue corriendo sabandija!
-¡No seas nenita y corre!
Pude escuchar los gritos de los entrenadores, en los ultimos dos años me hice bastante rapido, lo suficiente para mantener mi trote en un lugar donde los insultos no me alcanzan, y también me hice con la suficiente resistencia para mantenerme en ese lugar toda la práctica.
A mi lado trota Mário, quien al igual que yo, alcanzo el nivel para evitar los gritos y a los afeminados.
La mañana parece ser como cualquier otra, hasta que sonaron las campanas.
Campanas que en dos años nunca habia escuchado.
*¡Bomb!*
Escuche una explosión cercana, me detuve y al voltear vi el edificio principal arder en llamas.
El entrenador al ver esto dio una orden:
-¡Al almacen tres! ¡Ahora!
Todos corrimos como si no hubiera un mañana, que dadas las circunstancias podria ser cierto.
*¡Bumb!*
Una segunda y tercera explosión se escucho por todo el lugar, entonces pude ver a los causantes, un gran grupo de hombres entro por un agujero en la muralla exterior, hecho por una de las explosiones.
Llevan armaduras completas, como de cota de malla y espadas u otras armas de mano.
Algunos de los niños mayores y los guardias salen a su encuetro, pude ver como uno de ellos decapitaba un soldado y al instante siguiente era apuñalado hasta la muerte por otros dos.
Los niños mayores, así llamamos al los chicos que cumplen mas de doce y siguen aquí, son casos raros, ya que por lo general logran conseguirles un dueño o una casa antes de esa edad.
Esos niños mayores que siguen aquí, no tienen oportunidad contra tantos soldados. Un chico de entre los cuatro que salieron, tomo el arma del soldado muerto, y corrio hacia el pelotón invasor, sacudió la espada de derecha a izquierda y de arriba a abajo, para encontrar su muerte de la mano de un soldado invasor, apuñalando su corazón.
Aparte la vista, no pude ver mas como mis compañeros eran asesinados, me apresure a llegar al almacen numero tres.
Pasamos por todo el campo de entrenamiento, dejando atrás las barracas y los almacenes uno y dos, llegamos al final, en una esquina lejana donde termina la muralla esta el edificio que buscamos.
Afuera se aglomeraron otros adultos con grupos de niños que iban entrando ordenadamente. Al entrar fuimos directo al sótano, alli se abrió una escotilla que nunca habia visto antes, una larga escalera que desciende a los desconocido esta ahi, y todos tuvimos que bajar por ella.
Descendimos unos diez metros, algunos resbalaron y cayeron al vacío, sus gritos fueron cambiados por silencio.
Al llegar a este segundo sótano, una gran cueva se observa con la poca iluminación que aportan las linternas de aceite.
Caminamos unos veinte mimutos hasta salir de aquel lugar, en el camino nos encontramos con algunos duendes, pero los adultos y algunos niños los mataron.
Estoy desarmado, me aferro a la compañia de mi unico amigo presente, tengo miedo, no quiero morir, no de nuevo.
*"Es matar o morir"* las palabras que aquel guardia me dijo antes de obligarme a cometer asesinato resonaron en mi mente.
-Necesito un arma.
-Yo también -dijo en respuesta el chico a mi lado, Mário.
-Encontremos al hechicero y a algunos más, en caso de que debamos escapar.
-¿De que servira armar un grupo? Sera más facil huir ahora mismo los dos.
-Nunca se sabe, pueden ser útiles para la causa.
-Esta bien -Mário no se veia contento con mi decisión, pero ciertamente seria mejor huir con un grupo que solo los dos, a la larga, si encontramos una horda de algunas decenas de montruos o algunos esclavistas, sera más facil librarse en grupo.
Al salir de la cueva un bosque nos esperaba, no habia mejor momento para escapar que ese.
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Segunda Vida
FantasySi te dijeran que moriste por un error en el campo espiritual ¿como reaccionarias? ¿te enfadarias? ¿decepción? ¿Tristeza? O quizas, ¿te emocionaria saber que tienes la opción de reencarnar? El Joven León acepta la ultima opción y se sube a un barco...