Enamorá de un egocéntrico culiao.

Cap. 20

2 semanas, 2 putas semanas que la Isidora me prohibió entrar a verla en el hospital.
Cada día voy con la esperanza de que me reciba pero las enfermeras insisten en que no puedo entrar weon.

Me vestí y manejé hasta el hospital.

-Hola, ¿Isidora Wallace?-pregunté en recepción
-Un momento
La encargada de ahí revisó su computador y llamó por teléfono a la sala.
-Ella fue dada de alta ayer
-Eh, gracias

Salí súper rápido y fui a la casa de la Isi.

-Ignacio, sabes que la Isidora no quiere verte-dijo su mamá
-Lo sé señorita Luisa, pero necesito hablar con ella, por favor.
-Está bien, pero solo un rato, no quiero que se altere y mucho menos sufra más.
-Gracias

Subí lentamente las escaleras y entré a la pieza de la Isi.

-Isidora-dije despacio
-¿No te quedó claro que no te quiero ver?
-Isidora tenemos que hablar
-No tenemos nada que hablar, todo terminó
-¿Como que terminó Isi? Eri mi polola quiero estar contigo, acompañarte y cuidarte
-Ignacio lo nuestro terminó, no hay forma de salvarlo
-Mi amor si hay, con cariño todo se puede-me acerqué y le tomé la mano
-¡No me toques! ¡Andate!

Isidora:

Me levanté y saqué al Ignacio de mi pieza, mi pena y mis ganas de llorar eran inevitables.

Hace 2 semanas había perdido a la personita que más amaba en el mundo y ni siquiera pude tenerla en mis brazos.

Me sentía culpable, también que el Ignacio lo era. Realmente no quería verlo, no quería recordar todo lo que había pasado.

1 semana después.
-Hola Isidora-dijo el Ignacio
-¿Es necesario que vengas todos los días? Lo nuestro terminó
-Si, nuestra relación pero aún eres mi amiga y me preocupo por ti, tomate el té

Hace 4 días que el Ignacio venía a verme antes de la U, no sabía por qué o para qué lo hacía pero me gustaba, me gustaba sentir su compañía y cariño.

-Ya me voy, quizás venga mañana
-¿Quizás?
-Sip, mi mamá quiere que vayamos a una parte
-Ya, nos vemos

Me bañé y comí algo liviano, el dolor de la cesárea aún permanecía allí y creo que quería quedarse por un largo tiempo más.

Llegó la noche y dormí para despertarme temprano y arreglarme un poco antes de que llegara el Ignacio.

Pero no llegó.

Ni al día siguiente

Ni al otro

Ni al otro.

¿Qué le habría pasado?

Esa era mi pregunta de cada mañana desde el ultimo días que vino a verme.