La señora Davis se detuvo frente a un pequeño edificio blanco que tenía un letrero que decía:
''Consultorio Médico''
Peter recordó la última vez que fue a un lugar así, regresó a casa con toda una bolsa de medicamentos y su receta médica casi indescifrable, él mismo decía que intentar dar lectura a la letra de un doctor era casi igual de imposible como hacer que un perro hable.
El castaño bajó del auto con pereza, su temperatura había disminuido y su ritmo cardiaco era estable, casi como si su cuerpo hubiera querido de igual forma que su mente salir de ese lugar. Entraron al consultorio, se sentaron él y su madre en la sala de espera; Peter miraba a la nada. Pensaba.
La oficina del doctor estaba ocupada, casi 5 minutos después de que el castaño y su madre llegaran, una figura salió por la puerta de la oficina: era una señora de la tercera edad, con canas en lo que un día fueron cabellos rubios y una espalda ligeramente jorobada, pero sus ojos seguían siendo brillantes y llenos de vida. La anciana era la vecina de Peter, la señora Jersey, solamente lo saludó con la mano para luego salir del consultorio y caminar a casa o tomar el autobús.
Peter seguía perdido en sus pensamientos, hasta que escuchó una voz femenina, era suave y con un toque de cierto cansancio; la voz provenía del interior de la oficina.
-Siguiente, por favor- Dijo la doctora dentro de la oficina.
El castaño se levantó de su asiento y la señora Davis se quedó sentada a esperar a su hijo. Peter entró a la oficina y se sentó en la silla frente a la doctora; el chico analizó a la doctora por una mínima fracción de segundo: delgada, poco maquillaje, cabello negro y ondulado, ojos color azabache, labios delgados y color carmesí natural, además de tener una tez pálida. Parecía tener la edad de Peter, lucía joven. La voz de la doctora lo sacó de su mente de nuevo y este la miró.
-Y bien, ¿qué es lo que le sucede? ¿un resfriado? -preguntó ella con una sonrisa de amabilidad.
-Si, he tenido temperatura desde hace 3 días, mareos y todo eso-dijo algo desinteresado pero consciente de sus palabras.
-Bien, ¿quiere cápsulas, inyectable o jarabe?- la doctora anotaba algo en la receta médica.
-Cápsulas está bien, disculpe ¿Cuál es su nombre?-
-Jennie, Jennie Morton- sonrió y volvió su vista hacia la hoja de papel- ¿y usted?
-Peter Steve Davis- le devolvió la sonrisa......
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Tal vez, solo tal vez....quiera ir
Romance-Mamá! No quiero ir. -Peter! Estás hirviendo en temperatura, iremos, quieras o no. -Esta bien.....