¿Y así quieren que salve a todos los mundos?

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El desasosiego era tal que solo sentí unos brazos en mi cintura que me decían si me habían hecho daño, era Draco Malfoy, mi padre, quien me sostenía en un abrazo, ¿Cuándo había llegado?

_____ P.O.V

Lo único que pude hacer fue abrazar a mi padre lo más fuerte que podía mientras me quedaba estática mirando como James huía de las grandes puertas del comedor.

Mi padre me soltó y fue el momento correcto en donde mi instinto no me dejó que piense las cosas con claridad para darme cuenta de que revelaría mi secreto ante todos y todas las personas allí presentes, y me transformé en mi loba empezando a correr hacia James entre un leve aullido de dolor, podía sentir su inevitable tristeza, pero no es lo que está pensando, yo no lo bese, pero tengo la culpa por no detenerlo.

¿Por qué tuve que hacerle esa seña a James?
No, no es su culpa tampoco, solo no debí decirle a Blake nada de lo que pasaba, debí alejarme de todos ellos.

Lo alcance antes de subir a su sala común poniéndome enfrente para evitar su huida.

Huía de mí, de lo que sentía por mí, huía de todo, esa era su oportunidad de dejarlo todo.
Trate de transformarme pero me quede en ropa interior en mitad del pasillo, lo que hizo que el me tapara con su cuerpo protegiéndome de la vista curiosa de los demás.

Me da su saco que me tapaba hasta la mitad del muslo, allí fue donde lo miré, tratando de que las palabras correctas salgan de mi boca para explicar aquello que vio, sus ojos estaban rojos, pero no se daba el lujo de llorar en mitad del pasillo.

Tomó su mano con delicadeza por si decidía retirarla y salir corriendo hacia el lado opuesto al que estábamos.
Desaparecemos ante la vista curiosa de todos los que nos habían seguidos desde el comedor, como si esto se tratara de una especie de serie o novela.

Aparecemos en su cuarto y allí es donde su sufrimiento se ve desatado en olas de inmenso enojo, que acabaron en destruir las pocas cosas que tenía, todas fueron lanzadas en diversas direcciones de las pared de la habitación haciendo un terrible ruido al caer dejándome aturdida por unos segundos, pero escuchaba con claridad que entre el caos de objetos voladores se escuchaban ligeros y pequeños sollozos, pero eso no quitaba que me doliera escucharlo así de mal por culpa de mis acciones.

-James, sé que tengo la culpa, pero puedes ver en mis pensamientos, y sentir lo que yo en ese momento, no quise hacerte este daño que yo sufrí tanto por ti, y tus elecciones, no te lo haría, ¿De qué me serviría? Exacto de absolutamente nada. Solo piénsalo, estaré hablando con Dumbledore o tal vez con Atenea.

Tome el picaporte girándolo para salir de la habitación tan rápido como pudiese, salí corriendo de la sala común de los leones donde las miradas curiosas se hacían presentes, al igual que las miradas de odio de algunos que fingían leer inmensos libros solo para estar al pendiente de mis movimientos, y dar inicio a la caza de la serpiente.

En el camino recordé que mi padre estaba en el castillo y fui a buscarlo, tal vez pueda llevarme con él y podía ver a Hermione en la mañana.
Ella me daría consejos para poder remendar mi error con James y me ayudaría a controlar mis impulsos.

Tras caminar por todos los pasillos del castillo, no di con él y me resigne a ir al despacho de Mcgonagall para hablar sobre qué hacer ahora que ha sido revelada mi identidad en menos de dos horas de lo que hablé con ellos.

¿Y así querían que salve a todos los mundos?
O me tenían mucha confianza y fe ciega o en realidad esperaban a alguien más capacitado para esta responsabilidad.

Llegando al despacho salgo de mis pensamientos dejándolos flotando en el espacio sin llegar a ninguna conclusión, solo dejándolo en dudas persistentes que daban mil vueltas a mí alrededor causándome un gran dolor de cabeza.

Necesito unas vacaciones de ellas pero, sabemos que eso no pasará, esto recién es el inicio de uno de los menores problemas en mi vida.

Volviendo a lo que venía.
Toco la puerta del despacho que se encontraba en silencio, por lo que abro levemente la puerta para ver.

-Profesor Dumbledore, quería hablar con usted y lo siento si entro sin permiso.

No hubo respuesta, silencio, pasos dirigiéndose al despacho, no sabía si eran los cuadros o Mcgonagall. Me senté en una de las sillas esperando a que alguien apareciera.

-No debería estar en su sala común señorita Malfoy, siempre desobedeciendo las reglas como su padre alguna vez lo hizo por su madre.-Miro el cuadro del Profesor Severus Snape.

-Lo siento Profesor, venía a ver a Dumbledore, para que me diera algunos consejos. Será mejor que regrese mañana.

-No te vayas, tal vez te pueda ayudar en algo-Asiento manteniéndome en el asiento

-Me pidieron que cambiara mi imagen, por la metamorfomagia, pero hubo un improvisto y deje ver mi verdadera imagen, así que vine a ver que podía hacer.-Al igual que al entrar lo único que me respondió fue el silencio. Mire el cuadro y estaba atento a mis movimientos, mi cabello cambia a un rojo casi imperceptible a la lejanía.

-Tiempo, eso necesitabas, para poder mejorar para la lucha. Usa tu imagen por ahora pero mantén los ojos abiertos que no hay en quien confiar.

Más dudas que rondaban como pesadillas, buscaba respuestas pero nada pasaba, mi conocimiento estaba sellado, como si de una bóveda se tratase.

Salgo de allí agradeciendo por sus palabras, caminando hasta mi sala común entre las sombras para que nadie me viera, metida en mis pensamientos sobre cómo iba a salvar a todos, de que me servirían sus poderes ahora...

Dormir con dudas es lo peor, y aunque lo sabía no pude resistirme al tan tentador sueño que amenazaba con llevarme al lugar de mis fantasías.

Mi Vida En Hogwarts-James Sirius II y TuWhere stories live. Discover now