Parte 11

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Ayer, después de terminar el retrato de Haruka, empecé a besarla y me dejé llevar hasta que estuve a punto de perder el control con ella. Así que mejor decidí detenerme, pues no quiero volver a asustarla. Iremos a su ritmo y todo ocurrirá en el momento preciso.

Esta mañana me pidió que le prestara la caja donde guardo todos mis dibujos y pinturas. Dijo que quería elegir algunos para enmarcarlos y decorar con ellos las paredes del departamento. A mí me encanta esa idea, así que se la entregué para que elija los que más le gusten y ahora debe estar en el taller de enmarcado.

Justo cuando veo la hora y pienso que ya está tardando demasiado, me dirijo a mi recámara y noto una vibración extraña en mi espejo. "Haruka", es lo primero que pienso al saberla fuera y sola.

Sin saber bien a dónde ir a buscarla, salgo disparada del edificio y me dejo guiar por mi intuición, que nunca falla. Así, luego de avanzar corriendo algunas calles, me encuentro con un gran alboroto y personas huyendo en busca de un lugar para refugiarse.

Unos metros más adelante, veo al monstruo, que parece ser más fuerte que los anteriores y me hace saber que el enemigo ha vuelto a las andadas. Frente a él, veo a una decidida Sailor Uranus peleando con todas sus fuerzas para atacar mientras esquiva los latigazos que esa criatura lanza con sus tentáculos. Sin pensarlo dos veces, me transformo y acudo a apoyarla.

- ¡Uranus! - grito para hacerle saber que he llegado para apoyarla.
- Neptune - responde dirigiéndome una de sus seductoras miradas - llegas tarde - yo sólo me limito a regresarle la misma mirada mientras le lanzo un beso en el aire y empiezo a atacar al monstruo.

Este espécimen es especialmente poderoso y resistente ante los ataques, pues por más que nos esforzamos no logramos debilitarlo, mucho menos vencerlo. De pronto, tras un terrible descuido de mi parte, la criatura me toma con uno de sus tentáculos y me derriba dándome un fuerte golpe contra el suelo, donde me inmoviliza para empezar a absorber mi energía.

En cuanto ve lo ocurrido, Uranus corre para tratar de ayudarme, pero es inútil. La fuerza con la que ese ser infernal me sostiene es inmensa. Mi compañera no sabe qué hacer, puedo ver el miedo y el terror en sus ojos, mientras sigue lanzando ataques y tratando, sin éxito, de liberarme del agarre de ese ser maligno.

- Uranus, escúchame - le digo cuando la veo al borde de la desesperación - debes tranquilizarte. Recuerda que tu poder depende de lo que hay en tu corazón. No puedes fortalecerlo a base de miedo, odio y desesperación, necesitas claridad mental, paz en tu espíritu y amor en tu corazón. Piensa en lo fuerte que eres, confía en ti y en tus capacidades. Concéntrate en lo que amas y en este mundo al que deseas salvar - veo que mis palabras surten efecto cuando la veo tranquilizarse y mostrar una expresión de concentración mientras eleva su mano para invocar el poder de Urano, su planeta guardián.
- Sabes bien que el mundo me importa poco... si accedí a tomar esta responsabilidad fue sólo por ti, Michiru, lo único que amo y quiero proteger y salvar es a ti, porque un mundo sin tu presencia, no tendría sentido.

Mientras la miro atónita ante semejante confesión, veo cómo en su mano se forma un resplandor muy brillante, en el cual, unos segundos más tarde se materializa, por fin, su talismán, la Espada del Espacio.

Como si se tratara de una extensión de su brazo, la toma con maestría y, como si la hubiese usado toda la vida, se lanza sobre el monstruo para atacarlo mientras grita "Espada de Urano, elimina". Y bastan sólo un par de estocadas para que el ser maligno desaparezca, dejando sólo una semilla que se rompe y libera un halo de energía negativa.

Una vez que logra vencerlo, corre hacia mí, que he quedado debiltada por la energía que me extrajo aquella criatura.

- Michiru, ¿estás bien? - me pregunta mientras me toma entre sus brazos, con la actitud protectora que la caracteriza, y yo me dejo envolver en su calidez que me fascina.
- Ahora lo estoy - le digo mirándola a los ojos - gracias, me salvaste... creo que ahora la que está en deuda soy yo - le digo en un tono coqueto, pues aunque casi no tengo fuerzas, ella me llena de vitalidad y sus labios me enloquecen.
- Puedes empezar a pagarla ahora mismo - me dice acercándose para dar un suave mordisco en mi labio inferior y después unir su boca a la mía en uno de esos besos que se nos están volviendo una peligrosa y encantadora adicción.

En cuanto recupero un poco la fuerza, me abraza para ayudarme a caminar y luego regresamos a casa a bordo de su coche y, como la primera vez que entramos a ese edificio, me carga para entrar conmigo en brazos. Yo ya no digo nada, mejor sólo disfruto del momento y de sus cariñosos cuidados, pues sé que aunque reclame, nunca me hace caso.

Al llegar al que dejó de ser sólo el lugar donde vivimos y ahora es nuestro hogar, el cansancio por la batalla hace acto de presencia, así que decidimos tomar un baño para refrescarnos y relajarnos.

Haruka, amable y "caballerosa" como siempre, me deja usar primero la regadera. Cuando salgo voy a mi cuarto, seco y cepillo mi cabello y me pongo una piyama, que consiste en un short y una playera, pero no tan pequeñas como las de Haruka.

Decido ir a preparar café mientras ella sale del baño. Pero al salir de mi recámara, me topo con ella en el pasillo, y se ve tan sexy con el cabello mojado, que no puedo frenar mis instintos y la jalo de las cintas de la bata que la cubre hacia mi habitación.

- ¿Quieres empezar a cobrar tu recompensa? - le digo en tono seductor mientras comienzo a dejar besos suaves y cortos en sus labios.
- Por supuesto - me responde tomándome de la cintura y sentándose en la cama para que yo quede encima de ella, rodeando su cintura con mis piernas.

Hundo mis dedos entre sus cabellos húmedos y ella recorre mi espalda con suaves caricias, mientras los besos comienzan a subir de intensidad. Desato su bata para quitarla y descubro que lleva puesto un coqueto conjunto de lencería, como aquel con el que me sorprendió aquella mañana, haciéndome soltar el tazón que llevaba en las manos, y que después condujo a la primera vez que la besé.

Una vez que su bella anatomía queda libre de la bata que la cubría, dejo un momento su boca para recorrer su cuello con besos húmedos. Siento cómo su cuerpo empieza a estremecerse, lo cual me invita a seguir.

Con un leve empujón, hago que se recueste y me coloco sobre ella para dibujar caminos de besos desde su cuello hasta el borde de sus pechos, pequeños y firmes, mientras ella recorre con sus manos la piel de mi espalda y baja hacia mi cintura, mis caderas y muslos. Sé que si continúo, no podré detenerme, así que regreso a dejar un beso en su boca.

- Haruka - le pregunto en un susurro - ¿estás segura de esto? ¿quieres que continúe? si no te sientes cómoda con algo, puedo parar - le pregunto esto porque es obvio que, si no había besado a nadie, tampoco ha hecho nada más con nadie y no quiero que se sienta presionada.
- Nadie ha dicho que quiera que pares, Michiru, estoy segura de que te quiero en mi vida para siempre y estoy segura de que quiero hacer todo contigo, por y para ti.
- Entonces, prepárate para llegar a las estrellas, mi princesa del cielo - le digo antes de darme a la tarea de dibujar las líneas de su cuerpo con besos y caricias, que son como pinceladas de amor que trazo sobre un lienzo en blanco.

El estremecimiento de su cuerpo me hace saber que le gusta lo que hago y de pronto un suave gemido escapa de sus labios, haciendo que cubra su boca, avergonzada. Me detengo un momento y tomo sus manos con suavidad.

- Ey, no te avergüences. Es de lo más natural que esos sonidos salgan de repente. Es la forma en que tu cuerpo expresa que está disfrutando del momento y que te gusta lo que hago.
- Me encanta todo lo que haces - me dice con la voz entrecortada.
- Entonces no te reprimas, siéntete en libertad de hacer y decir lo que quieras, lo que sientas.

Cuando siento que está lo suficientemente relajada, quito con cuidado su ropa interior, para tener acceso completo al paraíso que es su cuerpo.

Ella se incorpora un poco y, guiada por sus instintos y por lo que yo hago, hace lo mismo ayudándome a quitar la camiseta y deslizando el bóxer que aún me cubre. Es increíble sentirla por completo piel a piel.

Después de un intercambio de besos y caricias, ambas llegamos hasta las estrellas que le prometí. Y luego de la explosión de sensaciones, permanecemos abrazadas, mirándonos con el profundo amor que nos profesamos y besándonos de vez en vez.

- Eres increíble... - me dice mirándome con el cielo de sus ojos - te... te amo, Michiru - y me da un dulce beso.
- Haruka, yo también te amo, no tienes idea cuánto - le respondo acurrucándome en su pecho mientras ella me abraza y escucho el rítmico latir de su corazón.

Así, abrazadas y unidas como siempre queremos estar a partir de ahora, nos encuentra Morfeo. Esa noche, el sueño es aún más reparador, pues ambas nos sentimos felices y seguras en los brazos de la otra.

Al despertar, lo primero que veo es su dulce rostro mientras todavía duerme y pienso que así es como quiero iniciar mis días por el resto de mi vida, con mi ángel guardián a mi lado.

El amor infinito entre el cielo y el marWhere stories live. Discover now