Parte 14

326 18 1
                                    

Por fin tenemos en casa el piano que elegimos juntas y muero por escuchar a Haruka tocarlo y más aún por acompañarla en las melodías con mi violín.

-Voy a buscar las partituras para estrenarlo - me dice ella llena de emoción - hace tanto que no pongo mis manos sobre un piano, que espero hacerlo bien.
-Estoy segura de que lo harás muy bien, recuerda que lo que bien se aprende, nunca se olvida... ¿quieres que te ayude a buscar?
-Claro, creo recordar en dónde están, vamos - me responde tomando mi mano para dirigirnos a la recámara que ahora compartimos.

La veo subir a un banco para alcanzar la parte alta del armario, donde hay algunas cajas.

Abre una y por su expresión, creo que ya las ha encontrado. Me entrega la caja y la ayudo a bajar para revisar su contenido.

En su interior hay sobres, folders y libretas con partituras y anotaciones. Sus ojos se iluminan al descubrir ese pequeño tesoro que seguro la remonta a su infancia, a las enseñanzas de su madre, a sus clases de música y a las vivencias que inspiraron las melodías que ella compuso.

De pronto, al abrir uno de los sobres y ver su contenido, me doy cuenta que una sombra de tristeza opaca su mirada, mientras algunas lágrimas comienzan a formarse en el borde de sus ojos.

-¿Qué pasa, Haruka? - le pregunto al acercarme y descubrir que entre sus manos sostiene algunas fotografías y la abrazo al ver en ellas a una hermosa mujer, que seguramente es su madre, pues tienen un enorme parecido.
-Nada - me responde al secar sus ojos - sólo sentí nostalgia al ver esto.
-¿Puedo? - pregunto para pedir permiso de ver esas fotos y ella me las entrega, mientras acurruca su cabeza en mi regazo - Haruka, era una bebé preciosa y una niña muy dulce - digo muriendo de ternura al verla en sus primeros años de vida.
-Oye, ¿como que era? - refunfuña y me hace reír.
- Ahora eres una mujer bellísima, pero antes eras muy bonita y tierna, a eso me refiero... ¿y ella es tu mamá?
-Sí... - responde con un dejo de nostalgia y tristeza.
-Ahora entiendo de dónde sacaste toda tu belleza... ella es realmente hermosa, se parecen muchísimo.
-Sí, eso nos decían todo el tiempo...
-La extrañas, ¿verdad?
-Mucho... me ha hecho mucha falta desde que huí de casa...
-¿Y no has pensado en ir y hablar con ella para arreglar las cosas?
-Es lo que más quisiera hacer, pero no soportaría un rechazo de su parte.
-No creo que te rechace, al contrario, seguro estará feliz de verte de nuevo... Si quieres, yo puedo acompañarte y estaré a tu lado para apoyarte pase lo que pase.
-¿De verdad harías eso por mí?
-Haruka, te amo y estoy dispuesta a hacer todo lo que sea necesario para verte feliz y para borrar de tu mirada esa tristeza que a veces aparece en ella. Además, si mi madre viviera, eso es lo que yo haría, ir y reconciliarme con ella. Aprovecha el tiempo con ella ahora que aún está aquí.
-Gracias, Michiru... tú me das la fortaleza que necesito para enfrentar mis miedos. Prepararé todo para ir el fin de semana.

~~~~

Así, el sábado a primera hora partimos en el auto hacia el helipuerto para llegar a Kobe, mi ciudad natal. Tras casi dos horas de vuelo, llegamos a un helipuerto, donde les pido a los chicos de la tripulación que nos recojan al día siguiente.

Rentamos un auto y empezamos a recorrer aquellas calles bien conocidas para mí. Conforme nos acercamos a aquel lugar en el que pasé mis primeros años, mi corazón se acelera.

Al notar mi nerviosismo, Michiru toma mi mano para darme su apoyo y tranquilizarme. Yo correspondo el gesto con una sonrisa, y en verdad agradezco a la vida que la haya puesto en mi camino.

En unos minutos nos encontramos de pie, ante aquel portón por el que tantas veces crucé y ahora mi único deseo es que mi madre esté ahí y mi padre no esté en casa.

Michiru toma nuevamente mi mano al ver mi indecisión y seguro sabe que si ella no estuviera ahí, en ese momento saldría corriendo para evitar el riesgo de ser rechazada por mi madre.

El amor infinito entre el cielo y el marWhere stories live. Discover now