II

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Sábado, 15 de Julio 2017.

Era de mañana todavía y los dos detectives conducían hacia la casa de Elizabeth.

-¿No será muy temprano para ir a verla? -dijo David.

--¿Tú podrías dormir? -contestó Michael.

-Tienes razón, pero no creo que sea tan relevante lo que nos va decir. Además siendo infiel, a punto de casarse, ¿Crees qué la mujer que tenía como amante estuviera enterada? Yo en lo personal sospecharía más de sus compañeros de trabajo. No considero esto un asesinato pasional.

-Eso es lo importante, que ella también espera eso.

-¿A qué te refieres?

-Si la amante hubiera sido, puede que estuviera convencida de que nadie esta enterado de su existencia en la vida de Edward. Eso le da una ventaja aparente. Es más, esto se simplificaría y buscaríamos sólo a esa persona.

-Bueno, no sería la primera ves que una mujer mata a su querido. Al menos ya sabemos que nuestro amigo Edward no era tan bueno como todos creían de el.

-Me suena típico. Nadie mantiene esas expectativas. Yo no resistiría ser el bueno siempre.

Siguieron en el auto. Conducían por la ciudad casi todo el tiempo en silencio. Michael era un poco callado, se la pasaba pensando todo el tiempo en lo que trabajaba. David en cambio veía las cosas de forma mas tranquila y de repente hacía comentarios sobre lo que veía o se le ocurría. Llevaban poco tiempo trabajando juntos y para Michael era un poco desagradable a veces lidiar con su compañero.

El último caso en el que habían trabajado juntos, había sido el del asesinato Callum. Un niño de once años que había sido encontrado bajo un basurero en un puente, mutilado y supuestamente huérfano. Michael siempre había odiado a los asesinos y por eso ahora los perseguía con diligencia. Por eso había estado ausente y de repente enfadado estos días, por que al condenar al asesino del niño, este sólo se río mientras se lo llevaban los policías. David en en cambio no se lo tomaba muy personal y casi siempre funcionaba de maravilla.

-Ya llegamos -dijo Michael.

-Lindo edificio -sonrió David.

Subieron las escaleras de un edificio de unos cuatro pisos de alto. Era un edificio mediano, un poco deteriorado. Ahí vivía sola en un pequeño departamento Elizabeth Cody. No había ascensor y ambos subieron las escaleras hasta el tercer piso y en una pequeña puerta con el número "302" el detective Michael Harvey tocó. Elizabeth abrió la puerta y miró a ambos con la cara ensombrecida. Los ojos pesados y ojeras grandes y oscuras por no haber dormido en toda la noche seguramente.

-Hola Elizabeth -dijo de forma tranquila Michael.

-Pasen...

Ambos entraron y observaron mientras pasaban. Era un departamento realmente pequeño, para una sola persona, unos cuantos cuadros en las paredes y pocos muebles.

-Venimos por lo que nos dijo ayer por teléfono Elizabeth -comenzó Michael.

-Pero nos gustaría hablar de algunas cosas antes -intervino David.

La mujer se quedó callada un momento y tomó aire. Miró al suelo y levantó la cara.

-¿Qué saben hasta ahora? -dijo sollozando.

-Aun no sabemos lo suficiente señorita, por eso queremos hablar un poco con usted -dijo Michael.

-¿Usted a que se dedica Elizabeth? -Preguntó David.

-Yo trabajo en una plaza comercial, en la plaza "El centro" me dedico a la atención a clientes.

-¿Cuándo son sus días libres? -Dijo Michael.

EL ANILLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora