Hola querido diario
Quiero escribir acerca de aquel chico que me gusta.
El es un poco tímido pero tiene el corazón de oro.
Es tierno cuando trata de hacer cosas pero aunque más lo intente peor le salen y aveces tengo que ayudarlo.
Él tiene 14.
A el y a mi nunca nos han adoptado. Hasta la paralítica tuvo más suerte...
Nunca me sentí mal sobre eso, si no lo contrario siempre podía estar con Acham, he tenido un gran apego a él desde que tengo memoria , A mi como la mayor me tocaba cuidar a los más chicos y cuando lo veía desde la ventana señalando al cuarto de los menores, jugar y haciendo travesuras, como tirando al retrete las joyas de la madre mayor. Yo lo defendía en todo lo que hacía y cuando crecimos tratamos de escaparnos juntos, unas veces funcionaron pero después de un mes nos aburrimos, ya que estábamos en medio de la nada y regresábamos.Él no era tan aplicado en todas sus materias así que le robába a las hermanas dinero y se lo ofrecíamos a nuestras profesoras que eran en si las mismas hermanas, nos dábamos unas risas por la saliva que corría por sus bocas al ver tanto dinero por dos calificaciónes perfectas de un examen, claro que aceptaban.
Nunca perdimos, ganamos... Un poco de regaños pero luego vieron que no había otra alternativa que tolerárnos hasta que nos largarámos.
Al crecer se nos podrá dar la oportunidad de irnos de este maldito orfanato del dios.
Robaré un banco, adoptare a Acham para estar con el siempre, cometer asesinatos, crímenes, no ser atrapados y divertirnos por lo que reste hasta ir a la cárcel, pudrirnos y morirnos ahí.
Esa sería mi vida ideal.
Siempre he sentido una pizca de placer al hacer cosas malas. Como Acham
Espero que nadie ni los muertos pueda leer esto, porque si lo hacen estaré cubierta de pecado para mí misma y nunca me lo voy a poder quitar de encima.
Atte. La chica que no tiene nombre verdadero pero le dicen Alamie ya saben, cuando me veían dicen —A ...la ...mierda!!—.

ESTÁS LEYENDO
La Obscuridad Del Infierno
FantasyAcham un decendiente del cielo llega a la tierra a cumplir la consecuencia del pecado.