I
Podría llamarlo una casualidad el que se hubieran encontrado en esa noche helada y carente de almas que la acompañaran. Y, quizás, Jotaro estaba un poco arrepentido de haber decidido darse un el simple capricho de una calada de cigarrillo.
Esa noche, no pudo cumplirlo. Aquél era el horario perfecto, y tanto su madre como su abuelo no podrían verlo disfrutar de su vicio, sin embargo, muy a su pesar cayó en cuenta de que no quedaba nicotina alguna en primer lugar.
Con un suspiro casi dolido, envolvió una gruesa bufanda alrededor de su cuello y salió de la casa. Fue recibido por una gélida ráfaga de viento invernal que golpeó su cara y casi le hizo dar media vuelta y correr de nuevo hacia la calidez de su hogar, pero se abstuvo y continuó con su camino valientemente.
No era muy tarde en la noche, sino un poco más de las nueve. En épocas calurosas, era normal encontrar las calles y los parques concurridos a pesar de las altas horas. Jotaro no esperaba encontrar a nadie a esas alturas, pero no iba a negar que todo era tan desolado y tétrico a su alrededor, que incluso sentía su piel erizarse debajo de su grueso abrigo.
En cuanto llegó al mercado más cercano, se llevó una gran y decepcionante sorpresa: estaba cerrado. Y así fue con todos los negocios de la zona. Jotaro soltó una maldición fuerte y clara mientras volteaba para regresar a su casa. Su malhumor inicial por la falta de cigarrillos no había hecho más que empeorar, y sólo le quedaba soportarlo. Si lo pensaba más claramente, no debió haber esperado demasiado de un domingo por la noche.
Caminó, gruñendo e insultando por lo bajo por su mala suerte.
—Vaya frustración, ¿eh?
Una voz a sus espaldas le heló la sangre; un tono suave pero firme, perturbadoramente agradable que hizo voltear a Jotaro tan rápido como la sorpresa se había ido, encontrándose entonces con un sujeto que definitivamente no estaba allí antes. Su espalda reposaba en el poste y su cabello de oro brillaba incandescente bajo la luz de la farola, apenas a un metro de él. Jotaro no pudo entender cómo, a pesar de las bajas temperaturas, el extraño hombre no llevaba ningún atuendo apto para resguardarse, más que un tank top negro, completamente ceñido al cuerpo que permitía una vista de sus bien marcados abdominales, pero que no se detuvo a admirar lo suficiente; sus pantalones amarillos y sus botas gruesas que llegaban casi hasta las rodillas le daban un aspecto un tanto en desacorde con la época actual.
Y, sin embargo, allí estaba; completamente imperturbable, como si no fuese capaz de sentir el ambiente a su alrededor.
Había cierto interés reflejado en su mirada color caramelo en cuanto se fijó en el adolescente, y una sonrisa tiró de sus labios. Extendió un brazo y Jotaro frunció el ceño con desconfianza, a punto de preguntar cuál era su problema y por qué demonios no llevaba nada más puesto en pleno invierno, para entonces ser interrumpido.
—Puedes tener estos.
En sus manos... una caja de cigarrillos. Casualmente de la preferencia de Jotaro, y entró en un pequeño conflicto.
¿Por qué ese extraño sujeto deseaba dárselos de todos modos? ¿Cómo lo sabía? ¿Lo había oído? Quizás había estado expresando su molestia casi a los cuatro vientos, pero no creyó haber sido tan obvio.
No obstante, si había algo de lo que estaba seguro era que de ninguna manera podía aceptar aquello de un rubio cuya vestimenta parecía ser algo que su tatarabuelo habría usado en aquél entonces.
—Gracias, pero no puedo aceptarlo —dijo Jotaro, tan cortésmente como pudo. Sin embargo, fue tosco e impaciente.
—¿Hm? ¿Por qué? —preguntó el hombre rubio, apartándose de la farola para centrar entonces toda su atención en el contrario. Aquella inquietante sonrisa amable permanecía allí, y Jotaro no dejaba de sentirse incómodo por ello—. Estoy bastante seguro de que lo quieres, ¿o me equivoco?
ESTÁS LEYENDO
All I Need (DioJota)
FanfictionEn una noche demasiado fría para ser apreciada, Jotaro conoce a un extraño rubio encantador bajo la luz de una farola. Sus hipnóticos ojos dorados y su aliento invisible a pesar de las bajas temperaturas habían permanecido en la mente del joven desd...