“prepárense para el aterrizaje”- me despierta una voz de mi extraño sueño, aunque cuando me desperté se había esfumado algún recuerdo de ese sueño.
Me saco los auriculares, y salgo del avión. Voy a buscar mis valijas y me dirijo a buscar un taxi.
-No puede ser que no pueda conseguir ni un taxi- digo gritando para mis adentros.
-Queres que te ayude?- me dice una persona.
Me volteo para ver quién me habla y me encuentro con un chico pelinegro con varios, o muchos tatuajes, mirándome con una sonrisa y levantando la ceja.
-No- le respondo sin mirarlo, ¿porque me está hablando?
-Creo que si necesitas ayuda- me dice el chico acercándose más
-No te dije ya-le dije levantando la voz y mirándolo raro- Puedo conseguir un taxi yo sola, gracias-le digo haciéndolo sonar tan sarcástico como puedo.
-Con esa cara de pocos amigos es obvio que ningún taxi te quiera parar- se ríe
-¿Perdón?- le digo ya enojada, no entiendo porque no se aleja.
Veo que un taxi se detiene, le hago señas para que me ayude con las valijas y me subo.
Al fin, no iba a soportar ni un segundo más con ese pesado, ¿porque me quería ayudar? Ni que me viera una cara de necesitada pidiendo limosna, encima me dice cara de perro… pff porque no se vio la suya, -y cuando me doy cuenta el taxista me estaba mirando raro. ¿Dije todo eso en voz alta?
-Royal Academy of Music Please- le digo con una sonrisa un poco falsa.
-Claro- me responde y enciende la radio.
Me relajo en el auto y bajo la ventanilla. Es una ciudad hermosa, la vista es esplendida, y me dirijo a mi nueva escuela a estudiar lo que más me gusta hacer, componer.
-Llegamos- una voz me saca de mis pensamientos.
-Gracias, señor- le digo mientras le doy el dinero y me bajo, agarro mis valijas y el taxi se marcha.
-Aquí estoy-digo para mis adentros. Comienzo a explorar con la mirada, el edificio es igual que en los folletos, muy elegante pero viejo al mismo tiempo, es enorme y muy intimidante, espero pronto sentirme como en casa. Pienso mientras camino hacia la oficina del director para informarme del lugar. Allí una señora me da los horarios de mis clases y las llaves de mi dormitorio. Mientras camino hacia mi nuevo dormitorio, una de las ruedas de mi valija se rompe y no me deja avanzar-genial-digo.
Levanto la valija, que es un poco pesada, y sigo caminando. Ciento un leves retorcijones en el abdomen, si así es, quiero hacer pis, bueno después de acomodarme, iré al baño.
“B-21”-dice en la puerta.-Aquí es, La abro y me sorprendo al ver a una chica con el pelo teñido bailando y cantando con un peine.
La chica se deja de menear, perdón bailar y me saluda.
-¡Hola! ¿Eres mi nueva compañera de cuarto?- Me pregunta entusiasmada, ¿de que?
- Supongo, Me llamo Samanta- le digo apenas audible
-Victoria- dice y nos saludamos
Empiezo a acomodar mis cosas en el armario. Cuando termino me dirijo a la puerta.
-¿Ya te vas?- me pregunta Vic levantándose de la cama-Si desde ahora la voy a llamar vic-.
-Si, al baño- le respondo
-Te acompaño, yo también tengo ganas de ir y seguramente tú no tienes idea de donde están los baños- me dice sonriendo y agarrándome del brazo.
-está bien- le digo y salimos.
Mientras estamos en el baño, Vic me pregunta
-¿Y tu vienes de intercambio no?-me pregunta mientras se lava las manos.
-Sí, ¿cómo lo supiste?- le digo, y al momento me doy cuenta de que fue una pregunta demasiado tonta.
-porque me dijeron que mi compañera de cuarto era extranjera- me dice riéndose
Viéndola mejor, me di cuenta de que tiene un piercing en la nariz muy fino, y le queda muy bien.
-si es verdad- me uno a su risa
-Y tú te vas a especializar en la danza?- le pregunto por el baile de antes.
-Sí, amo bailar y lo hago muy bien o no?- me dice guiñándome el ojo.
-Si excelente!- le digo tratando de sonar sarcástica, pero en realidad baila muy bien.
-Y tú?-me pregunta, mientras salimos del baño para volver al dormitorio.
-Me voy a especializar en la música- le respondo cabizbaja.
-¿Cantas? Yo quiero escucharte cantar algún día-me dice con una sonrisa.
-Puede ser, algún día te hare un show- le digo riéndome
-Trato hecho-se une a mi risa y salimos del baño.
Cuando estamos casi llegando a la puerta, empiezo a divisar a una persona, un chico… ¡El!
