Un periodista entra a la cocina

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5 de julio de 2016

PASADO

Daniel


Ya estaba harto de la misma rutina de siempre. Llegar temprano a la redacción, estar atento a cada pequeña cosa que pasara, buscando la mínima oportunidad para que me pudieran enviar a realizar una comisión.

El problema era que yo quería las comisiones importantes, ir al congreso, registrar las visitas protocolares del presidente, recoger testimonios de gente maltratada, pero sólo conseguía que me enviaran tras problemas menores. "Notas de color", como decían mis colegas, es decir, los divertidos enlaces que salían al final del programa.

Ni siquiera me consideraba un tipo lo suficiente gracioso para hacer ese tipo de trabajo.

Y lo peor era que, cómo siempre estaba al pendiente de todo lo que pasaba en el canal, tenía que pasar la mayor parte del tiempo encerrado en la redacción. Era frustrante. Me esforzaba más que nadie y sabía que era mucho más talentoso, pero, incluso así, no obtenía los resultados que quería.

- Daniel. – llamó mi jefa de piso. Una mujer bajita, vestida impecablemente de traje y con cara de pocos amigos. – Coge tus cosas. Hay un incidente en el cono sur, aparentemente ha habido un corte de agua en un distrito y los vecinos están haciendo escándalo. Busca al que este más enojado y déjalo explayarse. A la gente le encanta ver cómo critican a las autoridades.

Miraba distraída su tablet, dónde tenía la información, asintió con la cabeza, y luego se volteó, lista para irse.

- Miriam, ¿puedo hablarle un momento? – me acerqué rápidamente, tocándole el hombro para detenerla. Ella me observaba aburrida. – Por más...interesante que suene esa nota, quería saber si podía ir a cubrir la visita del Ministro de Salud. He oído que está bastante asustado por los casos de corrupción en hospital del seguro de salud, porque le podría costar el cargo...Creo que es una nota que tiene un poco más de relevancia.

- Por supuesto. Es la nota que abrirá el noticiero. – se acomodó los lentes. – Precisamente por eso, Pablo irá a cubrirla. – mi rostro se desmoronó. – Mira Daniel, eres un gran periodista. Eres empeñoso y haces buenos reportajes, estamos contentos con tu trabajo. Todos sabemos que tus reportajes independientes son muy buenos, te han nominado a premios por eso, ¿verdad? – asentí rápidamente con la cabeza. – Pero funcionan para el canal alterno de esta empresa, dónde nos podemos dar el lujo de poner al aire reportajes que sabemos que, por muy interesantes que sean, no atraerán al público masivo. Estamos en la señal principal, en un horario estelar, no podemos correr esos riesgos. Sí lo entiendes, ¿verdad?

Me quedé en silencio.

No, la verdad no lo entendía. Era perfectamente capaz de amoldarme al horario estelar del canal. Además, estaba mil veces más capacitado que el chupamedia de Pablo para hacer una nota de ese calibre.

- Sí, por supuesto. – susurré con una sonrisa. Miriam me sonrió y asintió con la cabeza.

- Ya llegará tu oportunidad. No comas ansias. – empezó a mover su mano rápidamente, indicando que me apure. – Ahora, vamos, vamos, que los testimonios de esos vecinos furiosos no se recogerán solos.

Sonreí otra vez, sintiendo internas ganas de asesinarla, y fui a recoger mi equipo. Otro día más y otro frustrado intento porque me ascendieran.

Pero, tampoco todo era tan malo. Amaba en especial los pocos momentos que tenía libre, porque podía ir a buscar a Abi a la pastelería. Me gustaba estar con ella, molestarla, hacerla reír, ver cómo se desesperaba cuando hacía gala de mis "paupérrimos talentos culinarios", como ella siempre me decía.

Receta para superar una desilusión amorosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora