Prologo

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Jungkook se quedó mirando al maniquí de la vitrina en la tienda.

Era simplemente hermoso; era alto, un hombre delgado, su piel brillante de color morena bajo las luces de la tienda, y tenía el pelo negro, y elegantemente en punta. La "piel" de alrededor de sus ojos estaba cubierta de negro, solo mejorando el resto de su cara de plástico.

Sin embargo, si Jungkook no supiera que el hombre de pie frente a la ventana estaba hecho de plástico, podría haber jurado que era real. Su piel lucia suave y palpable a pesar de estar realmente dura, fría y brillante.

Lo que realmente traicionaba la verdadera identidad del maniquí eran sus ojos. Toda su creación era tan real que Jungkook pensó que podría moverse en cualquier momento, a excepción de los ojos. Los ojos eran claros caramelos, brillantes de aspecto vítreo, y carentes de vida.

-¿Jungkook, cariño? – Jungkook saltó y se estremeció cuando se volvió para mirar a su madre con los ojos muy abiertos. SunHee le sonrió amablemente. Se apartó un rizo rojo de su dulce cara ovalada y se acercó a su hijo. – Cariño, Jin dice qué tiene algunos comics en su oficina. ¿Te gustaría eso? – preguntó a su hijo de ocho años.

Jungkook sacudió la cabeza en silencio, volviendo la atención hacia el hombre de plástico en la ventana. SunHee siguió su mirada, levantando una ceja cuando vio a su hijo mirando al maniquí que estaba modelando los últimos diseños de Jin. Se preguntó por qué estaba tan cautivado por él, normalmente Jungkook se abalanzaba hacia los comics a la primera oportunidad que tenía.

SunHee suspiro y se inclinó para besar la parte superior de la cabeza de Jungkook antes de volverse hacia Jin.

-¿Vendrá? – pregunto Jin, sacudiendo entre sus manos una vieja copia de "Spider-Man".

SunHee sacudió la cabeza.

-Tenemos mucho trabajo que hacer antes de irnos – SunHee sonrió con tristeza.

Jin asintió.

Como un diseñador de moda de ir y venir, Jin finalmente había ahorrado suficiente dinero para abrir su propia tienda. No podría haberlo hecho sin ayuda de SunHee, que no solo era su sastre, sino también su mejor amiga. Sim embargo, SunHee había sido recientemente abandonada por su marido, y actualmente estaba embaraza de su novio Chen. Ella y Jungkook se trasladarían a Japón después del nacimiento del bebé quien estaba a tan solo unas semanas de ser concebido. Jin suspiro profundamente inclinándose para empezar a sacar toda la ropa de las cajas. Se había gastado el último dinero que tenía en la compra de la propiedad, y ahora se iba a quedar solo, sin SunHee para consolarlo en sus momentos más difíciles.

Después de una hora de trabajo, SunHee dejó escapar un suspiro pesado, completamente agotada, y se hundió en una silla abanicándose con las manos.Jin le lanzo una sonrisa de disculpa antes de acercarse a la ventana donde se encontraba Jungkook de pie, todavía encantado por el maniquí.

-Hey, Kook – Jin juguetonamente acaricio al niño en la cabeza, destellando una sonrisa - ¿Qué estás haciendo? – estaba sorprendido de que un niño de ochos años en lugar de una explosión de energía, estuviera en silencio mirando a un objeto inanimado y aburrido.

-Nada – respondió sin apartar los ojos del maniquí.

-¿Te gusta la ropa? – sonrió Jin -. Es parte de mi nueva colección de otoño. Te dejare probarte algunas prendas...cuando seas más grande – bromeo. Jungkook le devolvió la sonrisa, incluso riendo en voz baja antes de negar con la cabeza - ¿No? ¿No te gusta la ropa? –Jin hizo un puchero fingiendo estar herido.

-¡No, tonto! – Rio Jungkook - ¡No estoy mirando la ropa!

-Entonces, ¿Qué?

-Estoy mirándolo a él.

-¿Eh?

-El hombre de plástico en la ventana.

Jin parpadeo mirando a Jungkook por un momento, un poco desconcertado. Luego volvió a centrar su atención completamente en el maniquí, frunciendo el ceño pensativo. El maniquí no era diferente a docenas de otros, tenía los mismos ojos brillantes y muertos, la misma superficie fría y dura, y el mismo porte espeluznante. Jin nunca habría pensado que un maniquí podría ser tan interesante para nadie.

Jin se rio en voz baja, recordando algo.

-¿Quieres oír algo gracioso, Jungkook?

Jungkook finalmente aparto la mirada del maniquí por un momento, con los ojos brillantes en Jin mientras asentía con rapidez.

-Bueno – comenzó Jin sentándose y cruzando las piernas para que su cabeza estuviera en el mismo nivel que el de Jungkook  – Compre el maniquí cuando estaba en Egipto. Sabes dónde está, ¿no?

-¿En el desierto? –Jungkook arrugo la nariz, tratando de recordar lo que había aprendido sobre el lugar llamado Egipto cuando estaba en la escuela.

-Así es –Jin asintió –. Yo estuve ahí hace ocho años de vacaciones. Verás, este anciano estaba vendiendo todo lo que tenía porque se estaba mudando. El me dio el maniquí de forma gratuita porque realmente quería tirarlo a la basura. Me contó una historia muy divertida sobre el maniquí antes de obsequiármelo.

-¿Cuál? –Jungkook le pregunto con impaciencia.

Jin se echó a reír, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

-Me dijo que una vez cada dieciocho años, ¡El maniquí se despierta!

-Whoa – los ojos de Jungkook se abrieron como platos y miro al maniquí con incredulidad -. ¿Por qué no se despierta ahora? – frunció el ceño con decepción.

-Hay mucho más en la historia – añadió Jin, contento de ver que su historia era tan impresionante para alguien - . Cuenta la leyenda que este maniquí cuando se despierta, tiene hasta la luna llena para encontrar al verdadero amor. Si no lo encuentra se vuelve de plástico durante otros dieciocho años más. Solo puede permanecer como un humano si encuentra un amor real. Estupendo, ¿eh?

Jungkook saco la lengua, la cara arrugada.

-Ew, ¡es es muy cursi!

-¿No crees en el amor verdadero?

Jungkook negó con la cabeza e hizo una mueca.

-Créeme pequeño, existe el amor real –Jin  le revolvió el pelo.

-Entonces, ¿Cómo es que no tienes novia? –Jungkook arqueo las cejas al hombre mayor.

La boca de Jin estaba abierta. Él no se esperaba aquello y no estaba completamente seguro de cómo responder. Guardo silencio, echo una mirada nostálgica hacia SunHee, posando sus ojos en el rebote suave de su pelo rizado de color rojo y la curva de su vientre. El suspiro y se puso de pie, acariciando suavemente el hombro de Jungkook.

-¿Extrañaras Corea? – pregunto Jin cambiando de tema.

Jungkook ya no estaba fascinado por el maniquí más, nunca había sido de los que creen en fantasías y cuentos de hadas.

-Mamá dice que hablan coreano en Japón –Jungkook se encogió de hombros - . Y Chen me prometió meterme en clases de baile.

-¿Quieres enseñarme a bailar algún día? – sonrió Jin.

Jungkook asintió lentamente, una sonrisa extendiéndose por su rostro mientras trataba de imaginarse a sí mismo todo crecido, como un famoso bailarín que podía arrasar con todos.





PROXIMAMENTE.

Maniquí | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora