La noche pasó serena, el de cabello rubio no había abierto sus párpados hasta que los rayos del sol entraron por la descubierta ventana, irrumpiendo su sueño con bellas señoritas que manifestaban su amor hacia él. Ah, el mejor sueño que podía tener luego de cargar a un tigre de tal vez 230kg hacia su habitación, así partiendo a la mitad el reglamento de dónde vivía como también su espalda.
Hablando de esto... Aún sin despegar pestañas, se preguntó retóricamente: ¿Un tigre?
No, claro que no. Eso era imposible... ¿Cierto?
Abrió sus ojos ampliamente y de un salto se levantó del sofá en el que se había quedado dormido, encontrándose con lo que había estado negándose hacía menos de un minuto. Que cosas, ¿No? Había un maldito tigre ahí, acostado en su cómodo diván, roncando. Ni siquiera parecía un animal salvaje, simplemente estaba ahí como un gato doméstico que había vuelto por la madrugada y entrado por la ventana de su apartamento. Debía ignorar todo esto y llamar a los sujetos del zoológico, Protección Animal también era una opción, pero cuando tomó su celular para ejecutar la llamada se dio cuenta de la hora que era... ¡Más de las diez de la mañana! Estaba jodido, por más que él era su propio jefe odiaba llegar tarde, o tal vez le dolía más el hecho de que no vería a las lindas señoritas que siempre se paseaban por su restaurante. Quiso golpearse cuando se dio cuenta de ello, pero ya nada había por hacer. Se levantó de su lugar entre quejidos por las señoritas que hoy no podría ver, caminó hasta la cocina y allí preparó un desayuno para el animal, basado en carne cruda, y él simplemente se bebió una taza de café. Se dio una ducha y dejó el plato en el suelo cerca del sofá. Debía hacer algo más importante que darle de comer y esto era cerrar todo cuidadosamente, cosa que hizo para luego salir volando hacia su trabajo.
Lo que restaba de su tiempo en el The Prince se la pasó distraído, más que eso, incluso con las bellas señoritas que recurrían al restorán se mostraba perdido en sus pensamientos; los cuales se basaban en el enorme animal en su casa y el miedo a tener que buscar otro lugar dónde vivir, lo cual no era difícil, pero ya se había encariñado con aquel barato pero buen complejo. Si bien algunas personas no eran muy amigables, él estaba cómodo allí. Pero eso no iba al caso, lo primordial era lo qué haría con el inmenso animal. Fue en su momento de descanso, ya que disfrutaba de ser cocinero allí, cuando recordó que había visto algunas cosas que le llamaron la atención en el cuerpo de la bestia... Al parecer había tenido algún combate o algo por el estilo ya que en su pecho tenía una gran cicatriz que atravesaba toda la mitad de su pecho, en diagonal, y en uno de sus ojos una cicatriz mediana que al parecer le impedía abrir el mismo. El día se le pasó pensando en todas las cosas que debería hacer con el problema que había llevado a su casa, incluso conduciendo de regreso no había podido dejar de pensar. Joder, odiaba armarse tanto lío él solo.
Llegó al estacionamiento del complejo dónde residía, estacionó su coche y fue hacia el ascensor con una de sus manos cargando una bolsa con algunas latas de cerveza y algunos aperitivos simples para cenar, no tenía muchas ganas de cocinar lo cual era raro en él. Ya frente a la puerta la quitó el seguro con su llave y entró entre suspiros, dejando sus zapatos y saco por ahí para luego dejar aquella bolsa en la mesa ratonera que estaba en medio de los sofá, en la sala. Dirigió su vista hacia el lado izquierdo, dónde antes había dejado a un tigre durmiendo y donde ahora había un sujeto.
- Nada fuera de lo normal -
Murmuró un despreocupado Sanji dirigiéndose escaleras arriba. Queria quitarse su ropa y darse un buen baño, cenar algo e irse a dormir. El día había sido pesado, especialmente con el dolor en el cuello que su adorado sofá le había dejado. Comenzó quitándose su corbata, luego a desabotonar los botones de su camisa uno por uno, aunque exactamente en el cuarto, su mente hizo algún tipo de click y analizó todo lo que había visto al entrar a su casa. Muebles, alfombra, mesa y por último, en el diván más grande que tenía, un hombre de extraño cabello verde alga durmiendo ahí. Repasó la escena en su memoria unas tres veces para luego, al darse cuenta del punto que le llamaba la atención, salir corriendo por las escaleras hasta llegar a la sala.
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Conviviendo con un Animal (SanZo) [RESUBIDA]
FanfictionSanji era un joven de 22 años que tenía una vida bastante cómoda y a su gusto; un restaurante del cual era dueño, un buen departamento y cigarrillos. ¿Qué más podía pedir?. Pensaba que su vida no necesitaba más que eso, o así fue hasta que una noc...