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La mejor abogada latina a residido por tiempo indefinido en Londres, muchas personas hablan de ella como si fuera el cerebro del país

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La mejor abogada latina a residido por tiempo indefinido en Londres, muchas personas hablan de ella como si fuera el cerebro del país.

Mis pasos eran rápidos y firmes, mi rostro se mostraba pacífico ante las miradas de los estudiantes de la Universidad de Greenwich.

Cientos de entrevistadores cuentan que su intelecto sobrepasa cualquiera de los límites encontrados.

Ha seleccionado una de las tantas universidades a la mira para enseñar lo que ha aprendido de su profesión.

Mi mirada recorría el lugar, jóvenes y profesores se mezclaban entre sí conversando de cosas insignificantes.

Nada fuera de lo normal.

Mi ceño se frunció levemente al encontrarme con unos ojos azules predominantes, su mirada era tan intensa que lograba desarmar mi actitud.

Morena con un cuerpo voluminoso, mirada exquisita y rostro realmente atractivo. A su lado se encontraba otra mujer por lo que podía observar ambas profesoras.

Analicé su rostro unos segundos más antes de girar mi cuerpo ante una joven que se encontraba esperando por mi, entre sus manos yacía una pequeña carpeta con todos los datos de la institución.

Jamás des todo por perdido, con ella todo es posible.

Ella no cree en lo imposible.

-Buenas tardes- sonreí llegando hasta la joven mujer que se encontraba esperándome, la directora.

-Bienvenida Elizabeth, espero esta institución sea de su mero agrado- sonrió con amabilidad.

-Espero lo mismo, querida- sonreí nuevamente aceptando su bienvenida.

-El director la espera en su oficina para comenzar a hablar de su estadía- responde señalando a su lado, una puerta de madera rustica.

Asentí siguiendo sus pasos mientras observaba todo a mi alrededor.

-¿Lleva mucho tiempo aquí?- me atrevo a iniciar una conversación mientras nos dirigíamos hacia la dirección.

Asiente observándome de reojo- Tantos años que he perdido la cuenta, este lugar es increíble, seguro que te gustará.

-Posiblemente si, debo de admitir que no creía que fuera tan... enorme, quizás es la costumbre.

-¿Cómo son las universidades de tu país?

-Mucho más pequeñas- aseguro entre risas.

-Unos metros de más puede intimidar- admite en broma.

Nuestros pasos se detienen ante una puerta blanca de madera antigua.

-Hemos llegado- murmura abriendo la puerta ante mi cediéndome el paso.

-Permiso- me dirijo hacia el escritorio donde se encuentra un hombre de algunos años observándonos con una sonrisa amable.

-Director Luther- estrecho nuestras manos en señal de saludo.

-Señorita Rodríguez, es bienvenida a nuestra institución. ¿Está preparada para comenzar a enseñar?

Sonreí aceptando la carpeta con la información en la cual debía de encontrarse mis horarios y el historial de mis alumnos.

-Preparada para todo- reímos.

-En esta carpeta se encuentra toda la información que necesitas para comenzar.

Asiento concentrada en sus palabras.

-Me parece bien...- le respondo observando brevemente el reloj en mi muñeca izquierda- Bueno, no le tomaré más de su tiempo, ambos debemos de trabajar- reímos.

-Tienes la razón- asiente nuevamente despidiéndonos con un apretón de manos- Que tengas un excelente comienzo.

Agradecí antes de salir de allí.

-¿Cómo te ha ido?- pregunta la joven anterior con simpatía.

-Hey- respondí caminando a su lado en los pasillos de la Universidad- Me ha ido bastante bien.

Sonríe en respuesta antes de contestar- Debes de dirigirte al segundo piso, allí encontrarás tu salón, quizás en estos momentos tu alumnos se encuentran con su profesora, pero eso no será impedimento.

-Muchas gracias...- interrogo.

-Camille Scott- responde.

-Muchas gracias, Camille- sonrío.

•°•°•°•°•☆•°•°•°•°•

El ser humano tiene tanta inteligencia como le es predecible, pero solo las personas correctas sabrán utilizarla para un bien en común.

Me sorprendía la maravillosa estructura de todo este lugar, dando un aspecto elegante pero a su misma vez intimidante no solo en su exterior sino que también en el interior podía apreciarse que era una institución la cual se encontraba en excelentes condiciones.

No me acordaba cuando había sido la última vez que me encontraba ante largas escaleras.

Mi mirada interrogó los pasillos a mi alrededor junto a los salones, mis pasos se aproximaban con cautela a una puerta entre abierta que se encontraba a pocos metros de mi.

Suavemente toqué con mis nudillos la madera para saber si estaba en la dirección correcta.

El ruido de tacones del otro lado de la puerta provocó que mi pulso se acelerara sin ningún motivo.

Tragué saliva al notar como la puerta era abierta y ante mi se encontraba la morena de algunos minutos atrás.

¿Acaso ella impartía clases junto a mis nuevos alumnos?

-Buenos días- su fuerte acento ruso paraliza mi respiración- ¿En qué puedo ayudarte?

¿Podrías ayudarme a volver a respirar...?

SeducemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora