El inicio de todo

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Un pequeño rubio de seis años se encontraba dormido profundamente en una camilla, se podía notar que en su pequeño cuerpo moretones y rasguños producto de abusos perpetrados por personas sin remordimiento a herirlo siendo alguien tan alegre e inocente.

Mientras sus ojos se abrían adaptándose a la luz en el cuarto, logró notar a tres personas más en el cuarto.

La primera era un joven de cabello negro azabache, sus ojos negros cual noche oscura y una mirada estoica que para muchos se les haría difícil leer lo que piensa o siente en ese momento. Su ropa era la de todo agente Anbu, ropa negra con una armadura morada cubriendo su torso y brazos, en su espalda se podía notar un tanto característico de su grupo fielmente enfundado. Uchiha Itachi es su nombre.

La segunda personas era un hombre mayor de piel bronceada con algunas marcas en su rostro producto de su edad, cabello y una barba de chivo eran de color blanco. Sus ropas eran una túnica blanca y roja junto a un sombrero rojo en sus manos con el kanji de Fuego al frente de éste. Se trataba de Sarutobi Hiruzen, el tercer Hokage de Konohagakure no sato.

La tercer persona que el rubio pudo mirar estaba a su lado en la camilla en un sueño profundo, con un rostro tan tranquilo e inocente que solo pudo sacarle una sonrisa al menor, aunque también lo ponía triste el ver como en su rostro habían rastros de lágrimas producto de haber llorado con antelación. Era de su estatura, su piel un poco más clara que la suya pero en su rostro también se podían notar tres marcas en sus mejillas, su cabello carmesí como la misma sangre algo alborotado pero liso, a diferencia del suyo que era rubio con picos en el. Éste no era otro que Uzumaki Menma, su hermano menor por apenas unos minutos y la única familia viva que tiene.

Los mayores al notar al rubio despierto se acercan a éste para revisar su estado lamentándose de lo que ven, mucho más al Sandaime al sentirse impotente al no poder ayudarlo más de lo que ya lo hace.

—¿Como te encuentras Naruto? —la voz estoica de Itachi resonaba en la habitación, pero detrás de esa seriedad el joven estaba preocupado, él estimaba a esos pequeños como si fuesen sus hermanos pequeños. Claro, el ya tiene a su Otouto Sasuke, pero eso no significó el que aquellos hermanos se ganasen un lugar en el corazón del Uchiha.

Con un tono de preocupación, Hiruzen da un paso al frente y acaricia el cabello del rubio con gentileza mientras habla. —Ya detén esto Naruto, no tienes porqué sufrir más estos ataques.

—Sabes que no puedo hacer eso Jiji. —las palabras de Naruto eran tranquilas pese a las lágrimas que traicioneramente caen de sus ojos, su mano acariciando los cabellos carmesí de su hermanito mientras una sonrisa triste adornaba su infantil rostro. —Si no lo sufro yo, irán tras Menma y eso jamás lo voy a permitir.

La admiración que los dos adultos tienen del menor es inmensa, no solo por mostrar tal determinación en querer proteger a su hermano, sino también a estar dispuesto a recibir tantos golpes y heridas para garantizar que el otro esté sano y salvo.

Pero ese no debería ser el deber de un niño, los niños deberían disfrutar de su infancia, jugar con otros, correr y hacer bromas disfrutando de sus vidas antes de comenzar a formarse en el camino que ésta vida trae.

No, si hay algo que se puede ver en Uzumaki Naruro es que sus acciones y pensamientos son los de un adulto. Y no se le puede culpar por ello, después de todo el mismo Naruto se obligó a madurar a muy temprana edad al saber lo que le depararía a su pequeño hermano de no tomar cartas en el asunto.

Mientras sus ojos miraban al pelirrojo dormir, su mente rememoraba lo que sucedió años atrás donde todo esto comenzó.

  ~hace dos años~

Naruto: Protegiendo lo preciado para mí #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora