Cap. 1.- Donde todo empezó

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Hmmm... Otro día más de clases... Todo como debe de ser, en fin, Hola... Me presento, me llamo Josué, tengo la edad de 14 años... Actualmente vivo con mis padres, y pues... Voy en 3ro de secundaria.
Y hoy les contaré una historia... Así que, espero que les agrade.

De nuevo como un día cualquiera, estaba preparándome para irme a la escuela, ya saben... Hacer las tareas, forrar los cuadernos, imprimir unas imágenes, en fin. Ya una vez listo todo eso, decidí ponerme la mochila e irme pitando de mi casa a la escuela, ya que se me había hecho tarde... Había entrado por suerte a la escuela

— M-maestra... ¿Me permite pasar? — pregunté con una voz muy temblorosa mientras solo esperaba la respuesta de la tutora, era de esas maestras que eran de las más estrictas, la peor que te puedes imaginar, era de las que te ponía a hacer planas si no trabajabas, traías tareas, y no me hagan hablar de los trabajos de evaluación...

— Claro, pero que sea la última vez que llegue tarde — respondió con un tono muy serio y frío, yo había entrado y rápido me senté en mi lugar, mientras solo suspiraba pesadamente, vaya por Dios, tuve demasiada suerte en que esa señora me dejara entrar, todo fue porque no hice a tiempo el trabajo para evaluarnos, por suerte, me califico y todo salió bien... Pero, no siempre puedes pensar que debes soportar la escuela como un lugar para leer, trabajar y eso, también debes lidiar con los Bulles, esos tipos que se la pasan burlándose de ti, te ponen apodos, te pegan y te empujan.

Ya una vez que terminó la clase, me había retirado a casa, estaba muy devastado y triste como para siquiera salir de mi cuarto.
— Madre, ya llegué — respondí con un tono alegre pero algo fingido — Que bueno mi niño, vete a cambiar de ropa en lo que te preparo de comer — responde mi madre con ese tono tan amable, esa señora a la que llamo mamá, es una de las que me quita por completo la tristeza, yo simplemente suspiré y me devolví al cuarto a cambiarme de ropa, ya una vez terminado, decidí irme a la mesa a comer algo... Una vez terminado, me cansé y fui a dormir... Había algo que ellos no sabían, y es que yo llevo lidiando con la depresión, la depresión es una de esas enfermedades mentales graves, que te hacen cambiar demasiado de ánimos... A veces que ellos dormían, me ponía a llorar en silencio, o a veces, tenía que desaogarme por tener el peor día de todos... Siempre eran de esos días que aunque tú los vieras alegres, yo los miraba con ese color tan blanco y negro, nunca era capaz de si quiera sonreír por mi propia cuenta y no por tener que fingir... El lado bueno era que en ese entonces yo tenía pareja, era un chico muy lindo, tenía algo peculiar que era su frialdad, pero yo siempre trataba de hacer lo posible porque el se sintiera especial y amado.

— Hola amor — le mandé un mensaje como cualquier otro... Pero el nunca respondía a tiempo, siempre lo miraba conectado, pero no me hablaba mucho... — Cielos, ¿Que estará haciendo? — era lo que me preguntaba, como quiera daba igual... Me iría a dormir mientras tanto, pero como siempre no podía dormir... Era algo pesado y horrible tener que vivir con esta depresión, es como si fueras una esponja de doble cara, de un lado se ve muy suave y muy blanda, del otro lado muy duro y malo... No es nada fácil vivir con esta tristeza, a veces puedo escuchar como si alguien dentro de mi dijera "Eres el peor sujeto de todos" "Deberías morir".

Según los psiquiatras, dicen que no sufro algún trastorno de esquizofrenia, ya saben... Esa enfermedad que te hace escuchar voces en tu cabeza, y hacen que te autolesiones, o te lleven al suicidio. Era algo normal...

– FlashBack –

— Disculpe... ¿Qué es lo que le sucede joven? — preguntó la señorita mientras tenía su libreta en la mano y la pluma del otro lado, era una señorita algo avanzado de edad, a decir verdad, es una señora muy amable que trata de ayudarme en mis terapias diarias — Cada vez escuchó una voz en mi cabeza doctor, escuchó que me dicen que debería morir, o que debo de estar solo — respondí mientras solo soltaba un suspiro pesado.

— Ya veo — dijo la psicóloga mientras lo anotaba todo en su libreta — usted sufre de algo llamado Depresión — respondió con ese tono serio. — verás, si no entiendes te lo explicaré, la depresión es algo que le suele suceder a los jóvenes de tu edad, es una especie de trastorno mental, en el que tus emociones son menos fuertes, por ejemplo... Si tiene un momento feliz, usted siempre reaccionará de la manera negativa, la depresión se suele caracterizar por siempre tener momentos tristes, y a veces suele llevar al suicidio a la causante de esta enfermedad — respondió nuevamente mientras dejaba su libreta en la mesita, — entonces... ¿Es algo incurable? — pregunté mientras me levantaba de aquel sofá. — Es fácil de tratar, pero... Me temo que usted le sucede cuando, pues... Suena algo estúpido viniendo de mi, pero le sucede más cuando es rechazado, ¿Alguna vez lo ha rechazado alguien? — preguntó el psicólogo mientras me miraba atentamente, tomando nuevamente su pluma y libreta, — pues... Ahora que lo menciona, si... Me ha sucedido mucho, ¿Sabe? Yo siempre he tenido miedo de que nadie me corresponda... A veces me puedo poner a llorar y no prestar atención a nada... Ni siquiera a las tareas — respondí con un tono melancólico mientras solo agachaba la cabeza, mirando hacia el suelo con aquella tristeza.

— Joven, debe de tener algo de cuidado... Según mis análisis, si usted sufre otra ruptura o rechazo... Me temo que puede terminar con malos resultados, salvo que usted pueda controlar su depresión, será así que no sucederá lo grave — respondió la psicóloga mientras se levantaba de su lugar. — oh bueno, gracias señorita... Nos veremos luego — respondí mientras tomaba mi mochila y me salía del lugar, suspirando y cubriendome de la fuerte lluvia que empezó a hacer. — Depresión... Eso suena muy grave, no sé si pueda controlarlo — dije con aquel tono amargo y triste mientras le dirigía a mi casa. — será mejor ir más seguido al psiquiatra para que pueda curar mi depresión — respondí para mí mismo mientras daba una pequeña sonrisa — yo sé que puedo sonreír... Sé que puedo ser... Un rayito de sol — dije mientras miraba al cielo — lo prometo por ti, mi solecito, yo seré la luz que guíe a toda persona que conozca —.

Las nubes de la depresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora