Capítulo 7: R u mine?

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Sean estaba drogado. A penas tuvo la oportunidad busco la caja que siempre escondía en caso de emergencias bajo la cama y consumió poco a poco todo lo que estaba a su alcancé. No era del todo consciente de lo que estaba haciendo. ¿Por qué cada vez que todo le empezaba a ir mal iba directo a las drogas? A su más oscuro secreto. Y el más terrible también.

Sean había sido un estúpido en todo el sentido de la palabra, ¿en qué había estado pensando cuando había ido en ese estado a la casa de su novia? Tenía que estar loco, definitivamente. No había manera en el infierno en que no se sintiera culpable. ¿Por qué siempre lo arruinaba todo? Se sentía inútil, destrozado por dentro. Y también estaba arrepentido. Mucho. Tenía que remediarlo, tenía que hablar con Delilah. No podía seguir hundiéndose en su miseria y quedarse de brazos cruzados, él no estaba dispuesto a dejar ir a la chica que amaba. Era un idiota, sí, pero nunca para dejar escapar lo que él más quería.

Con ese nuevo pensamiento en mente, tomó su celular y desbloqueó la pantalla y observo la hora. Eran las once de la noche con dos minutos, y sabía que si llamaba a su chica probablemente esta lo mandaría a la mierda por despertarla de sus sueños, pero no podía esperar más. No cuando sabía que la había cagado en grande.

Miró su fondo de pantalla. Era una foto de él con Delilah. Ella salía mirando fijamente a la cámara, mientras formaba una sonrisa que llegaba a calar en lo más hondo. Tenía el pelo recogido todo para el mismo lado y salía con un pequeño gorro de paja que había encontrado por ahí. En cambio, Sean salía haciendo una morisqueta; arruinando la foto. O eso se podría interpretar de alguien que no los conociera en absoluto. Pero si se detenían a mirar un poco más allá de lo superficial, se darían cuenta de que tan solo era el reflejo de la realidad. Era la verdad de cómo eran ambos. Ella, como un soplo de aire. Fresco, lleno, vigorizante. Él, un grano en el culo. O así por lo menos sentía que era Sean.

Sacudiendo su cabeza de un lado hacia otro para así tratar de agrupar sus pensamientos, marcó su número una y otra vez, cada vez con mayor ansiedad que la anterior, pero nada. Delilah lo mandaba directo al buzón de voz y con justa razón. Marcó por décima vez, y cuando ya no lo pudo soportar más, dejó un mensaje de voz con la esperanza de que ella lo oyera:

—Amor…Sé que hoy fui un idiota —murmuró, mientras sentía que todo le daba vueltas a su alrededor, aunque no tanto como lo había hecho en un principio—. Lo lamento…Sé que te prometí que nunca jamás de los jamases lo volvería a hacer pero yo solo soy un niño tonto, y de verdad, de verdad que quiero que me perdones. Probablemente me mandes a la mierda y lo entiendo. Joder, si no lo entiendo. —Suspiró y movió su cabeza de un lado a otro. Estaba desvariando—. Yo…lo siento. Jamás debí haber hecho eso, pero hace tanto que no lo hacía que…—Se revolvió el pelo, dejándolo apuntando en todas las direcciones. Probablemente, si ella hubiese estado ahí, se hubiese reído, pero no estaba—.Por favor, no termines conmigo, te amo mucho, ¿sabes? Eres lo mejor de lo mejor. Y… ¿Sabes qué? Me harté, no pienso quedarme aquí sentado en el piso como un imbécil, voy a ir a verte, ¿vale? Y si no me abres y no me dejas entrar, me escabulliré por tu ventana como si fuera un ladrón —susurró eso último, como si fuera un secreto y luego se rió tontamente. Dos segundos después, cortó la llamada.

Tenía que ir a verla. Se levantó de un salto y su cuerpo emitió un gruñido. Aún estaba algo mareado, y de no ser porque tenía la pared cerca para afirmarse se hubiese de culo contra el piso. Río como un imbécil, y bajó las escaleras apresuradamente, pero no contaba con que su padre lo detendría a medio camino.

— ¿Se puede saber a dónde mierda vas a esta hora? —preguntó.

— ¿Qué te importa?—contestó bruscamente y trató de esquivarlo en vano. Su relación era algo tensa últimamente, luego de que él supiera que su amigo era parte de la red de drogas que él perseguía, todo se había vuelto un poco más complicado.

Una máscara y tres balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora