IX

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— Fue Law — sentenció Nami enfadada al darse cuenta de que su padre apoyaba más a un extraño que a su propia hija.

— ¡Cómo puedes estar diciendo semejantes sandeces! ¡Law acaba de llegar hace unos cuantos días y no tiene motivos para hacerte algo semejante! Además, cualquiera en esta casa podría haberlo visto, así que lo que dices no tiene ninguna base, Nami... Y ahora Nojiko, por favor lleva a tu hermana a su cuarto y se quedan las dos ahí, seguramente están cansadas después del viaje que hicieron — contestó Gen-san enojado con las conclusiones a las que era capaz de llegar su hija con tal de no casarse, o al menos, eso era lo que el viejo pensaba que la pelinaranja pretendía.

— Gen-san, no estoy para nada cansada — rebatía Nami, pero su hermana la tomó de un brazo, la hizo apoyarse en ella y la llevó a paso lento hacia el dormitorio. 

— Será mejor no seguir hablando del tema con Gen-san, Nami... Sé que Law no le agrada a nadie en esta casa, a excepción de nuestro padre, pero tampoco podemos actuar sin tener las pruebas necesarias... Así que por hoy, y viendo el estado en el que estas, será mejor obedecerlo — ordenó Nojiko a su hermana menor.

— Sí... Creo que me precipité un poco — contestó cabizbaja la pelinaranja, pero cómo no hacerlo cuando en realidad todo apuntaba a que él era el culpable.

— Entonces, ¿ustedes son los chicos que van a cuidar de mi hogar? — decía Gen-san al grupo de jóvenes que tenía frente a él.

— Así es señor, confío en ellos con mi vida — contestó Ace, que había sido el encargado de ir en su búsqueda.

— Ya veo... Bueno, preséntense entonces — los animó el viejo.

— Yo soy Usopp, un fuerte guerrero y francotirador que protegerá esta casa como si fuese el tesoro más grande de la historia — dijo el narigón, haciéndole a Gen-san un saludo militar.

— Yo me llamo Zoro, todos me conocen por ser el mejor cazador de ladrones, además de también saber utilizar una espada mejor que cualquiera que pise la faz de la tierra... Cuidaré su hogar como si de mi vida se tratara — comentó el espadachín seriamente y con sus brazos cruzados en la espalda.

— Y yo soy Sabo, he dirigido distintos grupos de guerra en otros países... Estoy seguro de que podré cuidar muy bien de su casa y de todos los que viven en ella — dijo Sabo con total seguridad de sus palabras.

Cada uno de los jóvenes que estaba ahí, incluyendo a Luffy y Ace, le parecieron a Gen-san absolutamente sinceros; sus palabras eran de creer, pero tampoco podía dejar de pensar en lo que Law le había dicho de ellos. Sin embargo, ahora no era momento de sumergirse en sus pensamientos, dejaría la reflexión para más tarde.

— Se ven comprometedores, muchachos... Espero que no olviden lo que acaban de decir, y bueno, mañana mismo comenzarán a trabajar y podré comprobar si de verdad es como dicen, ahora es muy tarde, será mejor que se vayan a descansar — y sin decir más les abrió las puertas del lugar para que pudiesen ir a dormir.

— Luffy, ¿tú no vas? — preguntó Usopp, provocando que los chicos que iban saliendo se quedaran quietos.

— No, no puedo irme Usopp, menos ahora que sabemos que hay alguien que quiere dañar a las chicas... Pero no se preocupen por mí, estaré bien — respondió el moreno con una enorme sonrisa, como era de costumbre en él para restarle importancia a las cosas. Sus amigos y ahora compañeros de trabajo no quedaron conformes con simplemente irse y dejarlo ahí solo, y se lo dieron a entender con solo una mirada, ante lo que Sabo se acercó a Gen-san para hablarlo.

— Perdón que lo moleste antes de irse a dormir, pero queremos empezar a trabajar desde ahora mismo — explicó, dejando al viejo un poco sorprendido.

Mi querido guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora