— ¿¡Nami!? — exclamó Gen-san totalmente sorprendido por verla salir así tan de la nada.— Lo siento padre, pero lo escuché todo... ¿Por qué no me habías contado esta historia antes? Yo no hubiese sido tan cruel y fría contigo... — se excusaba la pelinaranja intentando secar las lágrimas que no paraban de brotar de sus ojos.
Gen-san, en vez de escuchar lo que la joven tenía para decir, se enfureció por ver que los comentarios de Law acerca de que Luffy tenía sentimientos por su hija eran ciertos, y al parecer ella lo tenía más que claro.
— ¡Nami! ¿¡Puedes explicarme qué demonios haces en el cuarto de este chico estando él casi desnudo!? ¡Esto es intolerable para una señorita como tú! ¡Y más aún porque estás comprometida y a pocas semanas de casarte! — gritó a toda voz, provocando que el moreno se despertara de golpe y se pusiera en pie rápidamente, un poco desorientado.
— ¿Qué ocurre? — preguntó medio adormilado, notando que Nami había salido de su escondite, pero no tomándole el peso aún a lo que eso significaba.
— Tú... ¡Maldito mocoso! ¿¡Qué hacías con mi hija estando en esas fachas!? Pensé que eras un hombre de respeto e incluso habías comenzado a agradarme, ¡pero esto me demuestra que lo que Law me ha estado diciendo es cierto! ¡Serás arrestado y llevado al calabozo por intentar atentar en contra del honor de mi hija y mi familia! — gritaba Gen-san a Luffy, con el rostro rojo de furia y sin escuchar nada más que sus propias palabras y las de Law, que daban vueltas por su cabeza.
— Pero Gen-san, él no ha hecho nada ¡lo juro! — Nami intentaba hacerlo entrar en razón, pero era imposible, se había cerrado completamente a cualquier otra explicación.
— Nami — dijo el moreno tranquilamente a la chica, apoyando suavemente la mano sobre su hombro y poniéndose por delante suyo de forma protectora, para luego dirigirse al viejo
— ...Señor, si cree que eso es lo correcto, adelante, arrésteme, azóteme, golpéeme si así lo desea, incluso puede encarcelarme de por vida, pero solo le diré una cosa... Amo a su hija más que a cualquier otra cosa en este mundo, y haga lo que haga eso no cambiará... Le prometí a Nami que la protegería con mi vida y la amaría hasta mi último aliento, y así será — confesó desafiándolo con la mirada, lo que intimidó un poco al viejo, pero no lo hizo cambiar de postura.
Gen-san levantó una de sus gruesas manos y abofeteó con todas sus fuerzas el rostro del moreno, haciendo que éste se tambaleara un poco.
— ¿Y ahora me sueltas esas palabras bonitas para que no sea tan severo contigo? ¡Lo que acabo de escuchar no cambia absolutamente nada! ¡Vendrás conmigo así como estás y le pediré a tus propios amigos que te encierren en el calabozo! Y si veo que alguno tiene una actitud extraña llamaré a los soldados de la ciudad para que se los lleven a todos — y diciendo aquello, tomó a Luffy de un brazo y lo llevó con él.
— ¡Gen-san! Ya basta, por favor... ¡Él es lo mejor que me ha pasado desde que tengo memoria! No me hagas perderlo, no ahora... Por favor, padre — pedía desesperadamente Nami, caminando rápido junto al viejo, pero éste hacía oídos sordos a lo que su hija decía.
Y solo para tratar de humillar al moreno, caminó con él por todo el frente de la casa, la rodeó y luego se detuvo frente a la puerta trasera del lugar, pero Luffy en ningún momento bajo su mirada o se sintió de tal manera, al contrario, pensaba que si iba a padecer de algo sería de amor, el resto le daba igual. Nami se limitó a seguirlos con paso rápido, suplicándole a Gen-san que por favor parara con lo que estaba haciendo, no quería que las cosas fueran de esta manera y se sentía culpable de que su padre haya tomado esas represalias contra el chico, siendo ella la causa de todo.
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Mi querido guardián
RomanceNami, la hermosa hija del hombre más millonario del país. Luffy, un mercenario apasionado por viajar. Estas dos personas se conocieron por azar del destino, pero es el mismo azar el que se encargará de llenarlos de obstáculos e intentará separarlos...