La hermosa tierra de la alegría...
Donde mis miedos llegaron a mi, donde todo lo que tenía en claro se desvaneció...
Donde fui feliz y donde volví a serlo.
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—sos una loca— dijo riendo y poniendo su mirada en el camino.
Le había contado más o menos porque volví a Córdoba y mal que me pese tengo que admitir que si un poco loca estaba para volver solo para ver a mi ex.
—qué, nunca te enamoraste?— dije intentando defenderme, esa era mi única excusa.
—si, por eso me casé— dijo y me mostró su anillo sin mirarme, no se porque me dolió, en realidad él no era ni siquiera un conocido mió.
—cuantos años tenes Tomás?— dije, no lo creía, todavía había gente que se casaba... y tengo que decirlo, ese plan nunca había estado en mi lista de cosas por hacer.
—si, soy joven todavia— dijo y soltó una risa —pero la encontré.
—qué suertudo!— dije mirando la calle, mi nueva obsesión ya estaba del anillo.
No estaba acostumbrada a no conseguir lo que quería y esa no era una excepción, siempre que quise con un chico lo conseguí... hasta con Mauricio. Y no creía a Tomás como un inalcanzable por estar casado, quizás tardará un poco más pero iba a lograr algo con él.
—necesito esa fórmula mágica— dije riendo, intentando hacerlo sonreír, me encantaba ver como sus ojitos se ponían chinitos y el escuchar esa risa bajita, por Tomi soy una payasa.
—no tenes suerte nena— dijo y hizo lo que esperaba, sus ojitos cuando reía eran más arte de lo que recordaba.
—bueno nene, no estoy buscando un príncipe azul— pensé en todas las veces en la que mi corazón se había equivocado.
—capaz no sea principe— dijo Tomás.
—¿y si es un pirata?— dije sin meditarlo y bueno era una respuesta como las que diría yo (mandada como era, no pensaba mucho en el que dirán). Vi la incomodidad de Tomás hacerse presente, apretó la mandíbula y su frunció el ceño.
《La cagué 》
No sentí que dije algo fuera de lugar, pero entiendo su situación, entiendo que se sintió presionado y que si fueran al revés los roles sería tomado de de otra forma.
—discúlpame Tomás, soy una desubicada— lo miré esperando que el me viera a mi, cosa que no hizo.
Quería que la tierra me tragara, agarrar la puerta del auto y salir de ahí aunque estuviera en movimiento, por eso me anime a hablar.
—Tomi, dejamé acá nomas, ahora llamo un remis— dije y volví a inspeccionar sus gestos, ya parecía más tranquilo, no sereno pero algo era algo.
—te dije que te iba al llevar Bian— me miró a los ojos y no me transmitía nada, ni rencor ni siquiera una pizca de simpatía.
