Antes de partir, Sam había hablado sobre sus sospechas con Mary y con Jack. Apenas quedaron a solas en el búnker, Mary revisó la habitación de Dean en busca de alguna pista sobre lo que estaba haciendo. No tardó en descubrir el libro de muerte que Billie le había dado a su hijo.
Cuando escuchó el sonido de las bisagras de la puerta de entrada, corrió a toda prisa hasta la sala de guerra y aguardó al pie de la escalera. Vio cómo la pesada puerta se abría y la atravesaban Castiel y Sam. No había rastro de Dean. Ambos traían el ceño fruncido y lucían serios.
—¿Y Dean? —preguntó Mary, con temor a cuál sería la respuesta. Sam apretó los labios en una línea y miró molesto hacia Castiel, frunciendo aún más las cejas. Mary sintió que sus rodillas cedían. Al verla tambalearse, ambos apresuraron el paso—. Mi bebé... —susurró con voz temblorosa.
—Te dije que era una mala idea —protestó Sam.
El primero en alcanzarla fue Castiel. Rápidamente la rodeó con sus brazos, evitando que se desmorone.
—No, no, tranquila —dijo, abrazándola con fuerza. Mary estaba llorando y Sam se mantuvo apartado, se cruzó de brazos y miró al suelo, esperando en silencio—. Todo estará bien. Lo solucionaremos, mamá.
Sam alzó la vista hacia ellos para ver su reacción, pero la cazadora no parecía sorprendida.
Hacía tiempo que Mary consideraba a Castiel «uno de sus muchachos» y aunque no había podido confirmarlo hasta ahora, estaba segura de que él y Dean estaban juntos. Que Cas la llamara mamá en esta situación le indicaba que el ángel necesitaba más que nunca sentirse parte de la familia. Si las cosas entre ellos eran como ella creía, Castiel los necesitaría más que nunca.
—Oh, cielo —dijo, apretándolo un poco más; se secó las lágrimas apresuradamente y se apartó para poder mirarlo a los ojos—. ¿Cómo te encuentras tú? —Castiel entrecerró los ojos, mirándola interrogante y Sam se aclaró la garganta—. ¡Sammy! —exclamó Mary, extendiendo un brazo para que éste se acerara a ella y poder abrazarlo; pero Sam se quedó parado en su sitio y miró a Castiel frunciendo los labios.
Desconcertada por la reacción de su hijo, la mujer miró una vez más hacia Cas.
—¿De verdad? ¿Castiel te llama mamá y tú así, como si nada? —dijo Castiel, con una actitud que no le era propia.
—¡¿Qué?!
—Es Dean, má —dijo Sam, exasperado.
—¡¡¿QUÉ?!! —volvió a gritar Mary, mirando a Castiel de arriba abajo—. ¿¿Cómo?? —La amplia sonrisa de Dean se dibujó en el rostro del ángel. Mary se lo quedó mirando alucinada—. ¿¿Y Castiel??
—Aquí —dijo Dean, divertido, señalándose con el pulgar—. Sammy te explicará. —El moreno se inclinó y la besó en la mejilla—. Necesito tiempo a solas con mi ángel —concluyó guiñando un ojo con picardía y se alejó tambaleándose, con un modo de andar que no pertenecía a Castiel sino a Dean.
Mary se quedó de pie en el sitio, intentando comprender qué rayos acababa de suceder. Sam la rodeó por espalda con un brazo y la guio con suavidad a la biblioteca.
—Ven conmigo —murmuró el Hombre de Letras—. Le dije que no era buena idea, pero ya lo conoces..., insistió en ver cuánto tardabas en descubrir que era él. Lo siento, perdón por asustarte.
~*~
Antes de dirigirse a su habitación, Dean hizo una parada estratégica en la cocina. Estaba comiendo pizza directo del refrigerador, cuando Jack entró a buscar un vaso de agua.

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Voy contigo
FanfictionSiempre hay lugar para uno más... en el recipiente de Cas. coda 14x10 Sobre lo que Dean lee en el libro de la muerte y cómo terminar con Michael.