UNA TARDE EN EL BOSQUE CON NADIE

SOMBRAS

vi oscuridad por todos lados,

Mis manos eran de sombras,

Que se desvanecían en papel.

Papeles oscuros desde su nacimiento.

Pensaba en que había sido elegido,

Por aquella oscura posesión,

Venenoso mi pensar, me hacía callar,

Calle por siglos antes de despertar.

El viento era el centro de todo,

Y el mar mi refugio más helado,

Tenaz era el roció de la mañana,

Que surcaba, cada arruga de mi rostro.

Vi, que no podía salir por ningún lado,

Estaba poco menos que enterrado,

Tenía cuatro paredes de tierra y el suelo de lo mismo,

Y el techo, era solo de cielo inalcanzable.

Nadie estaba a mi derecha,

Y ninguno a mi izquierda,

Los dos brillaban por su silencio,

Su silencio religioso por mi muerte.

Mi muerte, oscurecía mi piel de a poco,

Además, se enfriaba a cada segundo,

La bella oscuridad del réquiem,

Aun rondaba por mis oídos encantados.

Lentamente vi como mi cuerpo se transformaba,

En humo oscuro, me desvanecía con el viento,

Molécula a molécula vi cómo me marchaba,

¡si! Me marchaba en cada suspiro.