Marchita mi dolido corazón ante tu presencia. No quiero escucharte, no quiero sentirte, casi no quiero extrañarte. Te amo, demasiado, pero me doles. No cuesta mucho reconocer que sos vos quien está detrás del gatillo, pero si cuesta aceptar que no me lo merezco. Mi alma masoquista ama el dolor que me das. Y no sé como evitar extrañarte. Intenté olvidarte con mis vicios, pero incluso con mis letras lo único que hago es recordarte más. Quisiera que fuéramos distintos. Quisiera que nuestras manos encajen, y que escuchar tu voz no implique recordar las crueles palabras que salieron de tus labios. La vida se me está yendo de las manos, y no sé cómo solucionarlo. Te me escapas en suspiros. Desvaneces ante la luz de la luna. Y yo te observo girar y seguir tu camino, como si no me doliera, como si en realidad en mi interior no estuviera cayendo el muro de Berlín.