Seokmin estaba de muy mal humor, porque su futura e impuntual esposa haría una visita al palacio para ver si por fin se presentaban formalmente para acordar los procesos del matrimonio. ¿Qué tanto embrollo? Sea como fuere, tendrían que casarse, así que ¿Qué más daba se conocían o no? Ya lo harían el día de la boda.
Estaba harto. Su abuelo mandaba aquí y allá a todos los decoradores, cocineros y demás para que organizaran la mejor de las bienvenidas. A él no le interesaba, así de sencillo. Solo quería escapar de la terrible tortura por lo que fuera un par de horas así que, espero... con calma, a que su presencia no fuera necesaria. La familia de su prometida no llegaría hasta en la noche así que no empezaría a arreglarse hasta entonces.
De nuevo, sabía por dónde pasar y por donde no, para que nadie lo viera salir y una vez que estuvo fuera del palacio, se revisó las ropas, bastante comunes, el cabello desarreglado y asegurándose de que nadie lo fuera a reconocer, se coló debajo del sol resplandeciente en el mercado callejero del pueblo, porque era muy temprano para que el bar estuviera abierto.
La euforia de la gente era electrizante, los gritos y las exclamaciones de los vendedores eran ensordecedores y todos morían por tener la atención de Seokmin, no porque fuera un príncipe –nadie podía reconocerlo- si no porque era un potencial cliente que podía comprar cualquier cantidad de cosas que vendieran.
Muchas veces Seokmin había recorrido las calles, con guardias y personas que gritaban su nombre, y aunque eran las mismas calles, no se sentía igual en absoluto. Se sentía más libre, más tranquilo, más seguro de alguna forma, nadie intentaría robarlo sino tenía nada. Siempre le había gustado su pueblo, su reino, aunque desde el palacio parecía tan irreal y ahora estaba sumergido en el de pies a cabeza, a Seokmin le encantaba.
Se quedó colgado toda la tarde en un puesto de comidas exóticas, dándole una probadita a cada una y todas sabían exquisitas, diferentes y realmente fascinantes. Seokmin se aseguraría de que algún día ese hombre cocinara algún platillo para el palacio, pero finalmente, cuando el sol se puso y las tiendas empezaron a cerrar, las personas a encender las luces y las chimeneas humo, Seokmin deambulo un rato más por las calles desérticas que hace un par de horas estuvieron llenas hasta dar con su última parada, lo mejor del reino, el bar de Jeonghan.
Entro e inmediatamente noto algo diferente. Con los ojos cautelosos recorrió el lugar, nada parecía fuera de lugar, la música era la misma, los jugadores eran los mismos y ahí estaba Joshua ateniendo todas las mesas con una reluciente sonrisa.
— ¿Qué tal todo Dk? —Lo saludo el nombrado. Dk era un apodo que se había inventado Seokmin cuando Joshua le pregunto su nombre. Por supuesto, Joshua no sabía que Dk era el príncipe.
—Todo bien amigo —Seokmin sonrió. Era la línea que Joshua siempre decía como saludo. — ¿Jeonghan?
—Por allá, entretenido.
Entonces Seokmin miro hacia donde Joshua había señalado con la boca y noto que su asiento, el que normalmente usaba él, estaba ocupado por un cuerpo esbelto y delgado de una mujer. Seokmin frunció el ceño extrañado. ¿Por qué no se le hacía familiar? quizás era por las ropas, el vestido que llevaba puesto no parecía uno del pueblo, corto hasta la rodilla, con unas piernas limpias, tersas y perfectas para que fueran tocadas.
Seokmin se acercó a la muchacha con curiosidad. Bueno, al menos podría tener una despedida de soltero ¿verdad? Tontear con alguna mujer no era difícil, siempre y cuando ella no lo reconociera.
— ¡Eh! ¡Dk! —Jeonghan le sonrió batiendo la mano en su dirección— Ven a conocer a mi nueva amiga. Es experta en licores.
— ¿Ah sí? —Él estaba preparado para ligar, no era difícil y a Seokmin se le daba bien, sabia sonreír, alagar cuando fuera necesario y tocar cuando fuera deseado, a las mujeres les gustaba él, siempre confiado y sensual. Seokmin pensó que esta vez sería igual, pero cuando la chica giro el rostro para sonreírle, él se quedó en blanco.
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Play with me (Seventeen/Seokmin) ChicoxChica
أدب الهواةSeokmin no podía sacarse de la mente esas espeluznantes palabras: "Te vas a casar" podían quitarle el sueño para siempre y hacerlo inquietarse. Pero tampoco puede sacarse de la mente a esa maravillosa y misteriosa mujer que engancho sus ojos desde l...