SEXTO

54 6 0
                                        

—Bueno, ¿nos vamos? —pregunto mientras me reúno con Emi afuera del salón.

—Simón, vámonos —responde con una sonrisa relajada y, para mi sorpresa, me toma de la mano como si fuera lo más natural del mundo.

Y no me la suelta.
Durante todo el trayecto a su casa, su mano permanece entrelazada con la mía, y aunque intento aparentar tranquilidad, por dentro estoy en llamas. Mi corazón late con fuerza, como si quisiera salirse del pecho. Me es imposible no imaginar un futuro juntos… él y yo como pareja, caminando así, tomados de la mano, pero sin necesidad de ocultarlo.

Una mano agitándose frente a mis ojos me saca de golpe de mis pensamientos.

—Tierra llamando a Joaquín, tierra llamando a Joaquín —dice Emilio, moviendo los dedos como si fuera una antena de radio estropeada.

—¿Eh? ¿Qué?

—Te estaba hablando y tú en las nubes —responde, riéndose. Luego, bajito, agrega—: Siempre te pierdes justo cuando te estoy mirando…

Me encojo un poco, sin saber si lo dijo en serio o sólo fue otra de sus bromas.

—Perdón, es que estaba... pensando en cómo íbamos a hacer el proyecto... ¿sí, eso?—respondo, torpe.

—Ajá, claro. Haré como si te hubiera creído.

---

Llevábamos ya casi dos horas y no lográbamos avanzar mucho con el maldito proyecto de historia. Entre recortes, ideas desordenadas y hojas llenas de tachaduras, ya me dolía la cabeza. Emilio tampoco parecía mucho mejor: su expresión era una mezcla de frustración y hambre.

—¿Te late si pedimos unas pizzas para comer? —propone, dejando a un lado el caos de hojas sobre la cama.

—¡Sí! Me parece perfecto. Así también descansamos un rato —respondo, recostándome con alivio sobre la cama.

—Va, entonces iré a pedirla —dice mientras se incorpora y sale de la habitación.

Una vez solo, me detengo a observar el cuarto con más atención. Aunque ya había estado aquí antes, por alguna razón, nunca me había fijado en todos los detalles. Quizá porque siempre estaba demasiado enfocado en él.

Sobre un estante, algunas esculturas captan mi atención. Me acerco. Son piezas abstractas, hechas con un estilo muy propio. Algunas parecen hechas de barro, otras de materiales reciclados. Tienen un aire espontáneo, casi salvaje, pero al mismo tiempo… son increíblemente precisas en sus detalles.

Jamás hubiera imaginado que algo así saldría de Emilio. No porque no confiara en su talento, sino porque no me lo imaginaba creando cosas tan profundas, tan artísticas. Es como si, de pronto, descubriera una parte suya que nunca había visto.

Me quedo unos minutos más observándolas en silencio, con una mezcla de asombro y ternura. Después, el cansancio comienza a pesarme en los hombros, y sin pensarlo mucho, me dejo caer otra vez sobre la cama. Tan cómoda, tan cálida. En cuestión de minutos, me vence el sueño.

Caigo en los brazos de Morfeo, con la mente flotando entre esculturas, pizza y manos entrelazadas...

No sé cuánto tiempo pasa, pero una voz suave, casi susurrante, me devuelve poco a poco a la realidad.

—Hey, Joaco… despierta, ya llegaron las pizzas —dice su voz, tan suave que me hace abrir los ojos sonriendo.

Al mirarlo, noto que está más cerca de lo necesario. Su rostro está a pocos centímetros del mío, y sus dedos me acarician levemente la mejilla, como si no se diera cuenta.

—Te ves tierno cuando duermes —murmura, y luego se pone de pie como si nada, saliendo rumbo a la cocina.

Y yo… me quedo ahí, sintiendo que el aire se me fue por un segundo.

-----------------------------------------------------------

¿Que les pareció? Sólo diré que el amor esta a la orden del día.

Nos leemos luego, bsos 💋

INESPERADO AMOR [EMILIACO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora