cuatro

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Habían pasado dos días desde la ultima vez que había visto a Gun en la fiesta de Sing. El fin de semana había pasado horriblemente lento y Off se sentía ansioso de que el lunes llegara.

Se sentía algo inquieto ya que Gun no había respondido el mensaje que le había mandado el domingo en la noche, sobre si se verían en su casa para caminar juntos a la parada del camión.

Decidió pasar por su casa como hacía antes de que New y Tay empezaran a irse con ellos. Las manos le sudaban y tuvo que limpiarse en los costados de sus jeans oscuros. Tocó el timbre y después se sintió estúpido. Normalmente entraba a casa de Gun como si fuera la suya propia y no había ningún problema. La puerta se abrió y sorpresivamente, era la mamá de Gun.

—Oh —exclamó la señora con una sonrisa maternal— Buenos días, Jumpol, ¿Cómo estás?

Off, confundido, le devolvió la sonrisa.

—Bien, muchas gracias —Se creó un silencio algo incómodo— ¿Gun aún no termina de arreglarse?

La madre de Gun se vio desconcertada ante su pregunta.

—Él ya se fue. Mi marido y yo nos tomamos el día libre, y Gun le pidió que lo llevara.

Off sintió un vacío en el estómago. Sacudió la cabeza, borrando cualquier pensamiento de su mente. Todo era una casualidad.

—Olvidó avisarme —Murmuró— Está bien, es muy distraído. Que tenga un buen día, señora.

Off solo vio su sonrisa antes de darse la vuelta y caminar al final de la calle. Un nudo particular en su garganta lo hizo sentir angustiado. Quería pensar que todo era solo una casualidad (una muy cruel) y que Gun no estaba haciendo esto a propósito. Que no lo estaba evitando.

Tal vez Gun se arrepentía de lo que había pasado. Quizá estaba molesto con él por aprovecharse de su melancolía. Off cerró sus manos en puños a sus costados mientras el nudo en su garganta se convertía en ganas de llorar.

En el camino en el autobús hasta la universidad, trató de pensar en todo menos en Gun. En sus preciosos labios, en sus ojos, en su mirada traviesa, en su risa, en su blanca y suave piel.

Tal vez a Jumpol no solo le gustaba Gun. Tal vez sus sentimientos eran más fuertes que solo eso. El anhelo que sentía de abrazarlo, como su pecho se apretaba cuando pensaba en cuanto quería verlo. Tal vez, y solo tal vez, Off sintió miedo real. Miedo de amar.

(...)

Off tuvo que pasar todas sus clases pretendiendo que todo estaba bien, aunque el acto no le había salido muy bien. Los maestros lo notaban distraído y lo reprendían, pero ¿Quién podría prestar atención si la imagen de la sonrisa de Gun estaba atorada en su mente?

Cuando el timbre sonó para su tiempo libre, el familiar nudo en su garganta se formó. Tenía que encontrarlo. Hablar con él.

En su camino hacia la enorme cafetería se llenó de valentía, pero en cuanto lo vio, todo se vino abajo. Las manos empezaron a sudarle mientras avanzaba hacia él, quien le daba la espalda. Tuvo que respirar profundo antes de tocar ligeramente su hombro.

El menor volteo lentamente, con una expresión nula en su rostro.

—Hola, Gun —Saludó, felicitándose mentalmente por qué la voz no le temblaba— ¿puedo sentarme?

La gente sentada en la mesa con Gun ni siquiera lo volteo a ver. La expresión del menor seguía nula cuando asintió. Off le pidió tímidamente a una chica que se hiciera a un lado y ella lo hizo sin dirigirle la mirada.

—No me avisaste que no vendríamos juntos —Siguió hablando, sintiéndose incómodo—. Me preocupé por ti.

—Lo lamento.

sempiterno • offgunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora