Capítulo 3

10 0 0
                                    


    -¿Vas a explicarme dónde mierda estabas?- usó una mala palabra, esa no es buena señal.

    -Fui al parque, como siempre.

    -Pero siempre me tienes que avisar, mira si te hubiese ocurrido algo.

    -Pero no ocurrió nada.

    -La ciudad de noche no es segura, menos si estás sola, y en tu condición-La amo, pero ya me está fastidiando su sobreprotección.

    -No estuve sola, ¡Dios mío!-en su cara se mostró preocupación.

    -¿Con quién estabas?

    -Con un compañero de la escuela quien resulto ser nuestro nuevo vecino.

    -¿Por qué no lo invitaste a pasar?- me reprochó en un tono no muy agradable.

    -¿Me estas jodiendo? Desde cuando quieres que traiga a completos extraños a la casa.

    -No es un extraño, conocí a sus tíos, el vive con ellos y sus padres siguen en Francia.

    -No quiero que él forme parte de mi vida, mientras más alejado se mantenga de mí mejor.

    -¿Por qué dices eso?-dijo confundida.

    Solté un sonoro resoplido.

    -Pero parece un buen chico-si seguía hablando del tema no podría controlarme y no quiero faltarle el respeto a mi madre.

    -Tengo sueño, iré a dormir. No tengo hambre- subí las escaleras sin dar tiempo a más reproches.

    -No me dejes con la palabra en la boca jovencita.

    -No quiero comenzar una pelea así que me iré a la cama, adiós- fueron mis últimas palabras antes de irme a mi habitación.

    Hay veces en las que me molesta que sea tan sobreprotectora y terca, entiendo que es mi madre y se preocupa por mí, pero también me gustaría saber que me tiene algo de confianza. Piensa que no sé cuidarme sola, no confía en mí ni para cuidar una planta, eso más que molestarme me decepciona.

    Estuve mirando mi techo como si fuera lo más interesante del mundo por una hora entera, no sabía qué hacer, estaba sola, aburrida y sin mis ricas hamburguesas. ¿Qué cómo lo sé? Cuando se trata de comida tengo un súper olfato.

    Tenía un plan, bajaría en la madrugada por lo que sobró. Podría bajar ahora, pero tanto mi madre como yo éramos muy orgullosas y nos costaba aceptar nuestros errores, aunque esta vez ella los cometió.

    ¿Ven? No puedo ni aceptar que parte de la culpa fue mía.

    Estaba por bajar a la cocina para efectuar mi plan cuando oigo un ruido en la ventana. Lo que una persona normal hubiera hecho sería no acercarse y hacer como si no hubiera ocurrido nada, pero para mi desgracia, no soy para nada normal, así que me acerqué viendo como el maldito vecino tiraba piedritas en mi dirección. Genial, no sabía que los ancianos de al lado tuvieran un infante en sus casas.

     Abrí mi ventana para observar mejor pero una piedrita se disparó hacia mi frente haciéndome un leve raspón.

    -Niño, deja ya de tirar piedras- Dije susurrando para no despertar a mi madre.

    De la nada aparece en mi campo de visión un niño no tan pequeño como pensé y a un Athan adormilado y con el cabello alborotado tratando de sacar al niño de la ventana. Genial, mi ventana daba a su casa.

Seis MesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora