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La cena había transcurrido tranquilamente, Taehyung se limitaba a hablar y hablar de sus pinturas, de técnicas, de las obras más importantes que había visto y que marcaron su vida, los grandes museos que había conocido y sus sueños de ver una de s...

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La cena había transcurrido tranquilamente, Taehyung se limitaba a hablar y hablar de sus pinturas, de técnicas, de las obras más importantes que había visto y que marcaron su vida, los grandes museos que había conocido y sus sueños de ver una de sus obras en ellos.

Por otra parte, Hattie comía, asentía y sonreía coquetamente, hablando con sutileza para alargarlo, llamándolo chéri a cada rato y enseñándole discretamente el escote en los momentos de silencio.

No le refutaba ninguna opinión, no preguntaba, no aportaba argumentos a la conversación, simplemente estaba allí, como si él fuese cualquiera de los clientes del burdel de Manoban, haciéndole sentir como uno más, como si se viera obligada a actuar de esa manera para complacerlo, haciéndole sentir vacío y sin sentido.

Entendía la ignorancia de la mujer, era una simple prostituta y no una dama de compañía como las que solía visitar su padre en sus viajes de negocios a Japón, aquellas mujeres recitaban poemas, cantaban, bailaban, conversaban con los hombres en sus idiomas nativos y compartían argumentos en arte, ética, ciencias y hasta política.

La finalidad de las geishas era dar compañía, confort y simpatía al cliente, ellas debían dar mucho más que placer, lo que era, lamentablemente, lo único que Hattie sabía y quería ofrecerle, porque aunque no lo dijera expresamente, Taehyung sabía que no tenía oportunidad alguna de entrar en el corazón de aquella mujer.

Dada la situación y su incesante necesidad de sentir a una mujer luego de tantos meses de soledad y trabajo, Taehyung disfrutó del encanto momentáneo del suave cuerpo de la prostituta. Recorrió las curvas con delicadeza y la besó y adoró con esmero. Hacía meses que no había tocado a una mujer y aquel deseo lo negaba a tal punto de olvidar incluso las miles de manos que habían trazado las mismas líneas que las suyas sobre la piel de la pelirroja esa misma noche, así como las noches anteriores, y las que vendrían después de que él abandonará el cálido refugio de Hattie.

Más allá de ser una prostituta, era una mujer muy guapa. A pesar de haber vivido dos embarazos su cuerpo se mantenía femenino y joven, quizás más curvilínea que el de las mujeres con las que había estado antes, más aporreado por su estilo de vida tal vez, pero aún así encantador.

El orgasmo golpeó a la mujer en un segundo, soltando un sonoro jadeo a la vez que apretaba sus piernas alrededor de las caderas del pintor, quien se apartó de golpe para no descargarse dentro de ella.

Se tumbaron uno junto al otro por un segundo sin mirarse hasta que la realidad los golpeó a ambos, Hattie debía volver al burdel y Taehyung debía madrugar para terminar una de sus pinturas.

Era tarde, muy tarde, se vistieron y caminaron en silencio hasta la puerta de su casa, al final de la calle la esperaba el matón de madame Manoban con cara de pocos amigos, al ver que salían se aproximó a ellos y tiró a Hattie al suelo de un bofetón.

-¡Maldita puta!- le gritó, -¡Ojalá madame te mate a golpes!- la tomó del cabello para arrastrarla.

Taehyung intentó detenerlo y defender a la mujer pero el matón estampó su puño contra la nariz del chico, haciéndolo sangrar:

A Million Men || TaeLiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora