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Preparando el desayuno enciendo el televisor y la imagen de una chica ensangrentada hace que sienta nauseas, su abdomen abierto y sus intestinos rosados estaban regados por la cama, su rostro juvenil estaba deformado con una mueca de terror y sus ojos azules no reflejaban nada, Arael entra y se queda pasmado observando la imagen.

-¿La conocías?

-No, pero esa no es forma de asesinar a alguien.

-¿Y tu que sabes sobre asesinatos?- añado un tono burlesco

-Nada- sus hombros se tensan

Con un sutil movimiento de mano enciendo la estufa y abro la llave del lavaplatos para llenar una olla.

-has estado practicando- sus hombros no se relajan

-Si... no quería que tomaran el control sobre mi, he estado intentando dominarlo.

-podría enseñarte...-

-Eso sería excelente, pero ¿Cómo sabes acerca del manejo de estos dones?

-Entrenamiento, tuve que aprenderlo antes de que pudieran asignarme misiones.

-¿Cuándo se podría decir que esta misión acabó?

-Cuando Gabriel me contacte de nuevo.

-Bien...- me acerco a el y dejo un beso en sobre sus labios – hoy saldré con Zara y con Miguel... hace mucho no hablo con ellos

-seguro preciosa, anda y diviértete un poco.

-no creo que pueda volver a hacerlo en mucho tiempo.

Suspiro pesadamente y entro a la habitación para arreglarme

(...)

Un vestido de veraniego de flores cubre mi cuerpo, me pongo unas sandalias doradas y arreglo mi cabello, al verme al espejo hago una mueca contrayendo mi rostro, unas profundas y moradas ojeras surcan alrededor de mis ojos, aplico un poco de maquillaje y quedan bien escondidas.

Me despido de Arael, salgo y pido un taxi que me lleve a casa de Zara

Tardo veinte minutos antes de llegar allí, toco la puerta y Miguel me abre, al verme, sus ojos se cristalizan y me abraza fuertemente.

-Miguel- murmuro en un suave sollozo

-no estas sola pequeña... y sabes que ella tampoco lo está-

-lo se... gracias...-

Me aparto de el y deposito un beso sobre su mejilla, tomo su mano apretándola un poco y entramos.

-Hola preciosa- murmura Zara levantándose de las piernas de un chico.

-Hola- me acerco a ella y la abrazo fuertemente.

-bueno... realmente no estoy de humor para ponerme sentimental... Lilith, el es Daniel, Daniel, ella es la madre de los demonios.

-estúpida- rio y aprieto su mano -es un placer-

-igual- me sonríe y vuelve a mirar a Zara... su mirada... sus ojos brillaron cuando la vieron, Zara le sonreía ampliamente y sus ojos reflejaban lo mismo, definitivamente eran el uno para el otro.

-Miguel... debo hablar contigo.

-no me digas que estás embarazada.

-¡No! Maldita sea, no, solo, ven...-

Al salir al ante jardín, con un suave movimiento de manos, creo un pequeño remolino alrededor de una orquídea.

-Acabas de...- se interrumpe a si mismo cuando llamas azules, naranjas, rojas y amarillas envuelven mi mano.

-Demonios... ¡Demonios! Explícate Lilith Brown.

-lo haré... toma asiento...

Después de mucho tiempo de explicaciones Miguel se queda en silencio.

-Di algo... por favor.

-no quería que esto sucediera...- muerde su labio inferior nervioso

-¿a que te refieres?

-Lilith, estoy aquí para protegerte, esa ha sido mi misión...

-¿de que hablas? Es imposible, nos conocemos desde niños.

-me transformaba y simulaba crecer contigo, debía protegerte...

-Miguel... ¿eres un ángel?- esas malditas palabras quemaron mi garganta.

-Lilith yo...

-Maldita sea, ¿lo eres?-

Como respuesta, despliega sus enormes alas grises.

-lamento no haberte dicho antes...- lo rodeo fuertemente en un abrazo y las lagrimas me saltan.

-no importa... solo... ¿me acompañas a visitar a Iris?

(...)

Busco piedras en el camino, piedras bonitas, redondas, lisas y blancas, las flores se marchitan y mueren, las piedras son eternas.

Al llegar a su tumba me arrodillo, Miguel hace lo mismo y lloramos en silencio.

Recuerdos, pongo una piedra por cada recuerdo que pasa por mi mente, como aquella vez en la que nos reímos tanto que el refresco se le salió por la nariz, su primera caída su bicicleta, su primera presentación con su grupo de teatro, su solo en el coro de su escuela, entre otros tanto graciosos como tristes.

Las lagrimas paran de fluir y tocando la tumba, es rodeada de fuego, las llamas altas, rosas, azules y naranjas no emiten calor alguno, una pequeña demostración de como estoy aprendiendo a manejarlo, de como lucharé y saldré adelante.

-te amo pequeña, nunca te olvidaré.

Dejo un pequeño relicario abierto en forma de corazón colgado en una esquina de la cruz sobre su lápida, en ella estamos mamá, ella y yo sonriendo alegremente, tomo uno exactamente igual que cuelga de mi cuello y lo beso, me levanto y camino sin rumbo alguno con Miguel a mi lado.

El Amor Por Las Tinieblas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora