Capítulo 1: Aurora

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La Bella Durmiente

Capítulo 1: Aurora

En un reino, alejado de la indolencia del Este y su tiranía, un gran baile se celebraba.

El heredero legítimo había nacido. Un niño de remolinos castaños y ojos grandes y sonrientes. Fue la dicha de todo el reino, aún sumido en la incertidumbre por la locura de su vecino.

Durante la guerra tantos fueron los que escaparon. Prendieron fuego a sus chozas y con los niños de un brazo y la Providencia del otro, se refugiaron al Oeste, donde las flores tienen perfume exquisito y el porvenir una tonalidad más amable.

El rey Loco estaba gobernando en su soledad, con esclavos en vez de súbditos e indiferentes en vez de oponentes. Necesitaba combatir y halló la oportunidad de ello en ese mismo baile. Aquel al que no fue invitado.

El baile de bienvenida al Príncipe HongBin.

Los candelabros de dulces colores y el festín de muchos sabores no auguraron tal infortunio. Entre pajes, reyes extranjeros y aldeanos, porque el Rey Lee era agradecido al sorgo y la lealtad, sucedió.

—No eres sólo el futuro para nuestra Casa, sino para todo el Reino y nuestro pueblo, por ello, mi querido niño, la Providencia jamás te abandonará —había dicho el Rey curvando su bigote y barba espesa en una amplia sonrisa de amor.

La Providencia en forma de tres apuestos caballeros, hizo acto de presencia.

—¡Soy N, su Alteza! —presentó el líder de la tríada. Sus ropajes de bailarín de Oriente y amplia sonrisa centellaban como los cuarzos rosas que adornaban su abanico— Y nosotros tres fuimos designados por las Estrellas para protegerle —prometió al bebé que sonreía a hoyuelos florecidos.

—Soy Ken, soldado del extinto Ejercito Imperial del Este, y ahora, me pongo a los servicios de mi Rey y usted, Joven príncipe —se posó en su rodilla aquel joven de copete rubio y lentes de sabio con armadura de plata pulida.

—¡Y yo soy Hyuk! ¡También soy tu padrino! —saludó el más joven con una enorme sonrisa y picando la mejilla gordita del bebé. N y Ken resoplaron por haberles arruinado tan concienzuda presentación— ¡Y mi don e-!

—¡Aprendiz! —reprendió N golpeándole con el abanico cerrado en la cabeza— Deja que los mayores seamos los primeros en ofrecer nuestros dones al príncipe.

El bebé HongBin aplaudió y estiró las manitas a Hyuk.

—El príncipe quiere que yo sea el primero —jactó, sacándole la lengua.

De la manga de su túnica se sacó una varita blanca y de un floreo, el cielo alto del Gran Salón y las lámparas de araña cristal se hicieron una aurora verde agua. Todos exclamaron de fascinación, observando esa estela de luz pura arropar al pequeño.

—Te daré el don de la rebeldía, porque un buen gobernante no sólo tiene que obedecer las reglas —sonrió, moviendo la muñeca en círculos, volviéndose las luces figuras de caballos salvajes corriendo por el aire— ¡También hay que romperlas y crear nuevas! —rio, insertando aquella magia traviesa y turquesa en su pecho.

—Ese es un don terrible para un príncipe... —criticó N.

—Es mi turno —intervino Ken, desenvainando la espada de su cinto. La empuñadura estaba recubierta de espinelas y zafiros— Te ofrezco el don de la sensibilidad y el intelecto, porque la nueva Tierra bajo tus pies necesita de menos hombres como yo y más como él que serás, mi príncipe —sonrió, apuntando la espada a los hombros del niño como designio de guerrero. Un destello celeste se sumó a ese espectáculo de luces, calando hondo en su corazón.

La Bella Durmiente (LeoBin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora