Capítulo 6: Por arte de magia + ANUNCIO.

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La Bella Durmiente

Capítulo 6: Por arte de magia

SiWol bostezó y resopló. Ya había comido suficientes manzanas como hasta para su próxima vida y estos dos no dejaban de entrenar. Entornó sus adormilados ojos y volvió a pastar, sólo para no aburrirse. Las espadas chocaban sin cesar, una y otra y otra vez. Leo sin misericordia alguna lo atacaba por todos los ángulos posibles, y él retrocedía para después lanzarse a contrataque. Pero con una mano ocupada en su poemario no era tan fácil.

—¡A-Así es! ¡No volveremos a vagar tan tarde en la n-noche! —agachó la cabeza y siguió esgrimiendo su espada contra la otra.

—¡Tobillos! —advirtió. HongBin saltó antes de que lo derribara con el pie.

—¡Aunque el corazón siga amando! ¡Y la l-lun-! —sus tobillos descalzos tropezaron con una piedra y volvió a agachar la cabeza cuando la espada amenazó con decapitarlo— ¡Ah! ¡Leo! —tambaleó y cayó.

—¡Arriba! —ordenó— ¡No he acabado con usted, princesa!

En un parpadeo debió girar en la tierra cuando intentó apuñalarle con la espada. Se levantó de un salto y deslizó detrás. Leo giró hábil y sus espadas volvieron a chocar en combate reñido.

—¡Y la luna c-conserve el mismo brillo! —se abalanzó impaciente, dejando caer el libro. Leo lo esquivó con facilidad y de un codazo lo hizo tambalear. Pero esta vez no cayó.

Pues, así... —Leo jadeaba con espada en manos. Sus ojos negros se mantenían sobre los suyos cuando le sonrió— Como la espada gasta su vaina, y el alma consume el pecho... —HongBin parpadeó sin poderlo creer— ¡Asimismo! El corazón debe detenerse a respirar —Leo se lanzó en ataque y él reaccionó a duras penas, chocando sus espadas otra vez— E incluso el amor debe descansar... Aunque la noche fue hecha para amar —entre el cruce de sus armas vio de nuevo esos ojos rasgados y profundos, que se atrevían a mirarlo sin vacilación. HongBin sonrojó y sus muñecas flaquearon— ¡Distraída! —con la empuñadura de la espada le pegó en el estómago y de una patada lo tiró de espaldas al suelo— Gané —le sonrió, guardando su arma.

—...Y los días vuelven demasiado pronto —murmuró. Leo plantó los pies a cada lado de su cuerpo e inclinó muy cerca de su rostro sudoroso y rojo. HongBin cerró los ojos con fuerza al sentir su aliento pesado erizar su oreja.

—...Aun así, no volveremos a vagar a la luz de la luna.

Al abrir los ojos le vio sonreír.

—¿T-Te lo sabes de memoria? —balbuceó. Leo se apartó y recogió las pocas manzanas sobrantes, lanzándole una para que la atajara.

—Así mantenía su recuerdo por más tiempo conmigo —dijo sin más, sentándose a su lado. HongBin se incorporó costosamente— ...Otra vez la lastimé —murmuró al ver esa pequeña cortada en su mentón. HongBin soltó una risita nerviosa y se cubrió con la mano. ¿Era en serio? ¡Le había dado una paliza! ¡Tenía moretones en los moretones! Sin embargo, y de una extraña manera, eso lo hacía sonreír.

—N-No es nada. Si no duele no sirve —agitó las manos para que no se preocupara.

—Buena filosofía de vida. ¿La mía? —le propinó una mordida a su manzana— ¡Nunca decidas nada con el estómago vacío!

—¿Hay algo que debes decidir ahora mismo? —preguntó entre risitas, comiendo también.

—Sí, soy un príncipe, a fin de cuentas —encogió de hombros, mientras se sacaba los zapatos. HongBin a son de broma se apartó, cubriéndose la nariz— Oh, sí, y uno con los pies apestosos —le siguió el chiste, estirando las piernas por el pasto— Pero... Sí. Tengo una decisión pendiente ahora mismo.

La Bella Durmiente (LeoBin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora