Navidad (3/3)

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La brisa marina ceñía la casa de los atlantes, entraba por cada una de las ventanas sin que nada le interrumpiera, atiborrando de ventisca el suelo y las paredes, el gélido se podía sentir con mayor intensidad en las plantas de los pies a lo cual Orm podía sentirlo, era parte de su nueva normalidad, de esta vida de humano. Orm se mantenía pendiente del océano, desde su ventana observaba cada corriente, movimiento de las olas, como una danza interminable que le llamaba a volver a casa. Respiró con más tranquilidad, sintiendo la conexión mágica con su vieja casa, cuando una ligera voz le molesto. 

— ¿Ocupado? — Arthur interrumpió parte de la rutina del menor, lo sabía porque siempre lo observaba, pendiente de cada acto. — No escuche tu voz en el comedor. — Mintió; no deseaba que el ex rey comprendiera que su mayor debilidad era él.

— Mmm... — Gimió un poco mientras estiraba sus brazos, pequeños ruidos provinieron de su espalda, uno seguido de otro, al movimiento de sus vértebras, — Siempre estoy ocupado. — Contestó. perdido en un par de pensamientos, rememorando su pasado, su grandeza y su decadencia, lo impoyera que estaba del lado de su hermano, su mayor tesoro.

— Feliz navidad.— Agregó el mayor colocando el presente sobre el pecho de su acompañante, con felicidad ante la fecha tan celebrada que inundaba la felicidad de tantos. — Fue difícil saber que le puede gustar a su majestad, pero no a Orm. — Resonaba con calidad las palabras. El menor tomó aquello, indescifrable, comenzó a retirar el recubrimiento para encontrar un pequeño libro con las palabras: la isla misteriosa y veinte mil leguas de viaje submarino. Las cuales enmarcaban la carátula y el descanso de este, en un tono dorado. — El capitán Nemo, fue algo extraño, así que entendí que es un personaje de Julio Verne, supuse que podía darte el libro, no cuentas con posiciones en tierra, debes extrañar ser un erudito, leer e imaginar. — Suspiró con lentitud, esperando que su hermano disfrutara la lectura que tendría con ello.

La afonía marcada por el asombro de Orm ante las palabras fichas comenzaba a helar el momento, como si aquello no fuera lo más óptimo, puede que Arthur no tomo la mejor de desición, quedaría como un gran error, petrificado ante la respuesta de su acompañante.

— Deberé agradecerte, aunque es algo inconveniente, no he aprendido tu escritura, tu idioma fue parte de mi educación de nuestra madre, pero lo demás fue considerado ineficiente por mi padre. — Las palabras fueron un golpe de realidad a la añoranza de felicidad que había planeado el rubio, perdiendo cualquier pisca de dignidad ante el desconocimiento. — También debo de agregar que el capitán Nemo no es precisamente un simple humano, él fue parte importante en nuestra tierra, realmente él no es parte de un libro o una historia, el fue el único hombre que pudo tener contacto con nosotros, realmente siempre fue misterioso pero amable, quería contarte un poco de historia de mi pueblo, como había seres tan magníficos que crearon un comercio. — Una leve mueva apareció en su rostro y arrastrando sus pies hacia su hermano, entregando un ligero y suave beso en sus labios. — No toda su ciencia ficción es mentira, Verne era un atlante que decidió huir con el capitán Nemo, así como yo he decidido escapar contigo, en este mundo, a está realidad monstruosa. — Llevó un par de besos más a su contrario, sin quererse apartar de su acompañante, su hermano, su concubino.

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