Elefantes

56 6 1
                                    

Tire los libros de álgebra a un lado, y me acomode de forma fetal en la cama. No me moleste en apagar la luz, ya que debería levantarme para lograrlo y digamos que mi cuerpo se negaba a hacerlo.

Mis párpados cada ves eran más pesados, el cansancio poco a poco me llevaba con él. Comencé a dormitar, cuando a lo lejos escuche el celular sonar, no hice caso, al cabo de unos minutos se apagó. Pero al instante volvió a sonar. Con un gruñido me arrastre hasta alcanzarlo sin mas toque el teléfono y dejó de sonar, feliz lo tire al otro lado de la cama. 

—¿Princesa?

—Mmm— ante mi el soldado aparecía con el cabello bastante desordenado, observa su rostro pero su cuerpo llamo mi atención, llevaba la misma camiseta que el día que lo conocí —Manuel — susurré con una sonrisa en los labios.

—¿Princesa? ¿estas ahí? Solo veo un techo negro — Su voz sonaba tan real, me acerque lentamente a él para poder tocarlo.

—Negro es ... ¿mi techo? — abrí los ojos de golpe y me encontré efectivamente con mi techo y claro era de color negro.

—Así parece, ¿o no estas en tu casa? ¿Llame en mal momento ? — como si de un rebote se tratara, me levante de la cama en un salto, no estaba soñando o bueno no del todo. Manuel no estaba enfrente mio físicamente, pero si en la pantalla de mi celular. Sus ojos miraban fijos el techo intentado buscar una explicación.

—Si, digo no. Lo que digo es que si es mi techo, si estoy en mi casa y si llamaste en mal momento. Bueno no, ya estaba por dormir. Pensé que estaba soñando y yo...

—¿Tan poco conociéndome y ya teniendo sueños húmedos conmigo princesa ? — su sonrisa de lado aprecio con su tono de voz mas seductor. Mi rostro era un tomate andante, como podía negarle lo contrario si por poco sueño que le sacaba la camiseta.

—Claro que no, no estaba soñando nada ya que estaba en etapa uno del sueño. Pero eso no importa, lo que digo es que no, no soñaba contigo, solo fue una confusión. — como rayos hice para conectar esa llamada si pensé haberlo apagado.

—Demonios princesa, déjame verte. Te eh visto con el rostro colorado tantas veces, no te ocultes de mi ahora.

—Jamás me eh puesto colorada cerca tuyo primero y principal.— agarre el teléfono sin reparar en nada— Segundo no me oculto de nadie y ... ¿de que te ríes ?

—¿Intentas seducirme con esa remera de elfantitos ? — sus ojos se oscurecieron, y su sonrisa se volvió mas amplia. Antes de poder reparar en mi tonto y viejo pijama, mis ojos quedaron fijos en la imagen. Manuel estaba sin remera, así es sin remera. Con él cabello aun mas desordenado de lo normal y claramente mojado, caían gotitas que viajaban por su cuello y recorrían su torso. No llegaba a ver más nada, sólo hasta sus pectorales, pero era suficiente para que mis hormonas se alborotaran.

—¿Eso es un baño? — así es una ves más, nos impresione a ambos con mis dotes de conquistadora.

—Así es, eres muy observadora por lo que noto. Tanto que ya hasta debes de a ver contado cuantas gotas cayeron de mi cabello ¿Verdad? — río dejándome con la vergüenza a flor de piel. Si algo había aprendido de él es que no había ningún tipo filtro en su ser. — No te preocupes, yo también observe bastante. Así que esa ley de sin brazier en casa también se aplica a ti.

—¿Como puedes ser tan directo ? Yo solo te eh mirado y ya me avergoncé.

— Porque no me da miedo a decir lo que pienso preciosa, en cambio a ti te cuesta hasta hablar contigo misma. Volviendo a ese tema, ¿Porque tan tímida ? — como si eso fuera un tema muy importante, vi como bajaba la tapa del inodoro para poder sentarse tranquilo.

—No soy tímida, puedo hablar con quien quiera y de cualquier tema sin incomodarme.

—¿Ahhh si ? — dijo y solo basto verlo para saber que había dicho las palabras justas para condenarme. — Muy bien, ¿cuantos penes has visto hasta el día de hoy ? — arqueo la ceja y me dejo ver su sonrisa juguetona.

— ¡Que demonios, eso no te incumbe! Y es muy maleducado de tu parte y ... ¿Porque siempre te estas riendo de mi maldito Adonis ? — comienzo a pensar que yo tampoco no tengo filtro a veces, su  risa inundo mi habitación. Al parecer le cause mucha gracia porque no paraba y por poco le salían lágrimas.

— Ay dios mio — dijo suspirando mientras se sacaba una lagrima de los ojos — no pensé reírme tanto. Ya sabia yo que me alegrarías él día — su sonrisa se volvió cálida y sus ojos se achinaron, en ese instante se escucho un ruido.

—¡Manuel sal del maldito baño! Tardas mas que una mujer, hace treinta minutos que estas ahí. ¿Te estas tocando ? Maldito cochino. — a los lejos se escucho la voz de una mujer. Una risita se me escapo, a lo que Manuel me reprocho con una mirada.

—¡Mariel cállate! Estoy con algo importante acá.

—¡Que asco Manuel ! ¿Porque me cuentas eso ? Consiguete una mujer urgente por dios.

— En eso estoy hermanita.

Crown RingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora