Hola extraño.
Recuerdo ese día en el cual tuve que reunir lo que me quedaba de valentía para confesarte, que sí, efectivamente mi único deseo era verte feliz, aunque en tu feliz no exista un nosotros.
Y que suerte la mía, amor de vida, haberte encontrado en este enredo de hilitos rojos. Y aunque para nosotros un "para siempre" ni siquiera tuvo inicio con tan pronto final, quiero que sepas que contigo aprendí a tener las sonrisas más sinceras. Sonrisas que en el futuro cuando salgan de nuevo en mis solsticios y equinoccios llevarán tu recuerdo.