Hola extraño.
Igual y ya no te extraño a ti; sino a tus labios cereza y al brillo de esas esmeraldas en tus ojos. No a ti sino a tu voz diciéndome que desearía pasar más tiempo a mi lado. O a la rápidez con la que perdía la lucidez cuando me tomabas de la mano. O a como a nuestros días les huía la monotonía. O como incluso una película que ya había visto a tu lado me resultaba aún más fascinante.
Sólo extraño ver el cielo reflejado en tu mirada. Pero no a ti.