Despertarse en recuerdos

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¡Que lindo despertarse entre almohadas de plumas! Hacía tiempo que no dormía tan bien, pero eso no iba a durar por mucho. Estaba llegando tarde al trabajo.

Me até el pelo en una colita, me puse el guardapolvo celeste, el delantal de bordado blanco y me maquille, obvio. Veía a la otras empleadas a diario y sus caras tristes se debían a que ¡nada las hacía sentir bellas o llenas de vida! Por eso yo me pintaba. Me tengo a mi misma para amarme.

Finalmente bajé a la recepción, en la que me presente con dos minutos de retraso. <<¡Mierda! Esto debería ser una broma de mal gusto>> pensaba mientras el hombre de la recepción me anotaba "el tarde". Casi me voy a trabajar, pero me acorde del cuarto.

- ¡Ahh, tengo que hacer el check-out de una habitación! - dije, desplazando la llaves sobre el escritorio. El hombre la tomo y se fijo en la computadora.

- Sí, todos están correctas condiciones... Pero, tiene dos noches pagas. ¿ seguro quiere entregar el cuarto?

- ¡No! - chillé, sin siquiera darme cuenta. <<¿Rudy me pago dos noches?>> me pregunté estupefacta. - ¿Tengo... Dos noches pagas?

- ¡Sí! Además tiene el desayuno pago y ayer por la noche, le dejaron una nota. - dijo, abriendo un cajón y sacando un sobre blanco.

Quise tomarla, pero el hombre no me dijo y la abrió ante mí. <<¿Porque nadie en este maldito hotel confía en mí?>>

- Emm... Aquí dice, textualmente: - el hombre se aclaro la voz. - "¡No te preocupes! Me puedes pagar usando esa camisa!"

No puede evitar reírme. Lo sentí como si el mismo Rudy me lo hubiera dicho, desnudándome con la mirada.

Trabaje exactamente nueve horas sin poder descansar y en ese tiempo, dos camisas se me arruinaron y planche mal un pantalón... <<¡Adiós sueldo!>> pensaba yo, pues durante todo el día lo que invadió constantemente mi cabeza fue Rudy.

Recordé algunos de los primeros momentos de nuestra relación.

Nunca le había prestado atención a Rudy Thompson, hasta que en el año entrante ¡me sentaron junto a él! Al principio lo odiaba y lo aborrecía..., era como un grano en el medio de la nariz. Mandaparte, molesto y irrespetuoso. Se me tiraba encima para ver mis respuestas, ocupaba todo nuestro banco y yo lo único que deseaba era que se quebrara una pierna.

Al siguiente día de la muerte de mi abuelo, fue cuando todo cambio. No podía evitar llorar, intentaba taparme mis ojos y así poder aliviar mi carga interior. Rudy se preocupo por mí, intento hacer todo lo posible para consolarme y su lado más dulce salió la luz... ¡pero eso no fue suficiente para caer en sus brazos!

- No deberías estar llorando, estoy seguro que a tu abuelo le gustaría verte bien y feliz. - me dijo.

- ¿Cómo sabes eso? Él ya no esta aquí para saberlo.

- Pues, ¿qué le gustaba hacer contigo? ¿O verte hacer?

Estuve pensando lo que me preguntó por un buen rato, él había logrado distraerme.

- Tirarle para las palomas. - dije finalmente. - Eso solíamos hacer... juntos.

- Bueno, hoy nosotros lo haremos juntos.

¡Y así fue! Después de la escuela, me compró un montón de pan y fuimos a la plaza más cercana. Nos pasamos dos horas allí, solos. Hablando de nuestras vidas mientras alimentábamos aves. Eramos chicos, tendríamos trece años. Ese día me tomó la mano por primera vez y me dio un beso la mejilla. Eso lo cambió todo.

Al terminar la jornada recibí un llamado:

- ¿Hola?

- Sí, hola. ¿Estoy hablando con Barbara Queens?

- Sí, esa soy yo. ¿En que puedo ayudarle?

- Bueno, estoy representando a la universidad local en este asunto. Soy el asistente del director deportivo, mi nombre es Matt Donovan.

- ¿Y por qué llama?

Esperen al próximo capítulo... ¡Saludos!

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¡No le temas al amor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora