"Lucky Charm"

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  La compañía Lucky Charm era uno de los negocios más grandes de Japón. Era un grupo interminable de negocios y servicios que todos en el país nipón consumían, tenían: hospitales, centros comerciales, escuelas de todos los niveles, centros deportivos, cadenas de restaurantes, supermercados, una rama de entretenimiento donde destacaba una gran disquera donde sus talentos eran escuchados en todo el mundo, actores y actrices muy talentosos y sobre todo una de las tecnologías más avanzadas que se pudieran imaginar.

Todo este monstruo corporativo controlaba lo que las personas escuchaban, veían y sentían las 24 horas del día. Por lo que no fue nada difícil para el equipo de inteligencia borrar todo rastro de la llegada de Sora Naegino a Japón.

Se tomaron la molesta de borrar los datos de la cuenta bancaria usada para comprar el boleto de avión, suprimir el nombre de la lista de pasajeros del aeropuerto y la aerolínea utilizada para que nadie supiera del paradero de la pelimorada.

Todo este plan fue ideado por Tomoe quien desde hace varios años se había obsesionado con Sora hasta un punto mentalmente insano, pues pensaba que por haberla amado por tantos años ella le debía corresponder de la misma manera y con la misma intensidad sin importar nada.

Mientras se había trabajado tan arduamente para borrar los datos de la joven el plan maestro del joven empresario era cambiarla de afuera hacia adentro.

Desde aquel encuentro casual habían pasado algunas semanas en donde el pelinegro había curado a la chica con mucha ternura y paciencia. La gran preocupación que le causaba la salud de la triste joven lo llevó a contratar una enfermera personal que pueda atender a Sora mientras él trabajaba pues por haber estado tanto tiempo fuera ahora tenía montañas de pendientes y asuntos que atender en persona.

El trabajo de la enfermera era muy simple pero a la vez deprimente por qué la pelimorada no llegaba a dormir por noches y debía administrarle fármacos para que pudiera descansar un poco, además la joven no se cuidaba ni comía algo, era tan mala su condición que la debían acompañar al sanitario. El ver a Sora era desalentador pues sus ojos no tenían vida y su cuerpo aunque se estaba curando de las heridas que recibió no se movía de manera natural. Era ver a un muerto con vida.

Para tratar de aligerar un poco la carga de la enfermera y que Tomoe y Sora estuvieran un poco más de tiempo juntos él pensó que era una buena idea salir a pasear en auto. En una primera etapa iban 3 guardaespaldas de Tomoe acompañando a la joven pareja y nadie más en el auto. Estos viajes eran nocturnos y tenían lugar cuando finalizaba la jornada de Tomoe y duraban a veces una o dos horas en las cuales Sora podía ver el mundo exterior y encontrar algo de paz para ella misma pues le encantaban las luces, aromas que tenía que dar la ciudad nipona en la oscuridad.
Cuando se cumplió un mes de la llegada de Sora a Japón su condición ya era mucho mejor y ya no era necesario la intervención de la enfermera, esto alentó mucho al joven empresario de iniciar su plan de cambiarla por completo. Pero esta idea fue desechada cuando la pelimorada pidió su libertad, es decir, quería irse a trabajar por su cuenta y pagarle todo lo que su amigo había gastado en ella.

Sucedió un domingo en la mañana Tomoe estaba con una sudadera color azul intenso y una camisa blanca de manera informal y Sora estaba con el cabello atado torpemente con un moño y sus clásicos shorts y su sudadera sin mangas,  se encontraban desayunando y el joven hablaba de los próximos lanzamientos que tendría su compañía hasta que ella lo interrumpió y le dijo en tono calmado pero frío- Tomoe debemos de hablar- esto le heló la sangre al chico que se encontraba de espaldas y sintió como si su cuerpo no pudiera moverse, solamente su voz pudo responder con un débil: - Dime - entonces la pelimorada continuó- Desde que llegue a Japón has sido un ángel para mí, me has cuidado y procurado como solamente mi madre lo hizo conmigo cuando era pequeña aunque no éramos muy cercanos cuando éramos niños y jamás podré pagarte el esfuerzo o el tiempo invertido en mí, sin embargo planeo pagarte el dinero y la estancia en tu departamento por todas las molestias que te he ocasionado, así que ya es momento que recoja mis cosas y me vaya- estás palabras fueron una cubeta de agua fría para el joven quien tras una breve pausa hablo finalmente -Sora el reencontrarnos de esta manera tan particular me ha hecho ver otra parte de ti con los cual estoy muy agradecido, pero eres mi amiga y haría lo que fuera por ti- mintió el pelinegro al mencionar la palabra amiga pues desde hace mucho tiempo ella no era su amiga era su deseo más grande.

-Por favor no hagas esto más difícil de lo que ya es, me voy a mudar y a buscar un trabajo para poder establecerme aquí en Japón- dijo la pelimorada mientras no dejaba de verlo a los ojos con mucha determinación.

- Espera Sora, no tienes mucho ahora y a mí no me molesta que te quedes conmigo- la voz de Tomoe de escuchaba entre cortada y con mucho sentimiento como si le quitarán el aire. Este comentario hizo que Sora sé sintiera mal consigo misma pues le decía su suerte de ahora en adelante, en efecto no tenía dónde quedarse y menos un trabajo estable por lo que debería recorrer un camino difícil, pensó por un segundo volver con su familia pero estaba muy lejos de donde ellos vivían y no quería ser una carga extra, todos estos pensamientos la consumieron por un buen rato hasta que Tomoe rompió el hielo.

-Te contrato, quiero abrir un nuevo espectáculo circense para ampliar la compañía- estás palabras salieron casi por error pero fueron suficientes para dejar a los dos sin aliento.

La caida del ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora