6° Lucha

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-Para la valiente que aceptó la bulimia

He visto lo que haces en el baño. Suena raro y quizás te rías, pero sabes a lo que me refiero. He visto cuando ocupas tus dedos para inducirte el vómito. Quizás estoy siendo demasiado directo, pero no puedo tratar este tema de una forma distinta. Has sido bombardeada con tantas imágenes publicitarias de que la belleza es estar delgada, que terminaste por creerlo, y lo peor aún, es que quisiste tomar el camino fácil. Quieres ser como las modelos de pasarela a quienes con tanto fervor miras y admiras.

Tener un desorden alimenticio es horrible, porque nunca te curas de ellos. Puedes asistir a miles de psicólogos, doctores, brujos o lo que se te ocurra, pero no te pueden sanar de un desorden alimenticio, y lo sé por experiencia propia.

Cuando tenía 16 años, a solo un mes de cumplir los 17, me diagnosticaron “Resistencia a la Insulina”, la cual es una enfermedad relacionada con el azúcar. La doctora que me atendió me dijo que tenía que bajar de peso, y en ese entonces pensé “okay, ¿Qué tan difícil puede ser?” y la doctora, como si leyera mis pensamientos, dijo que la enfermedad me haría subir de peso, como dando a entender que todos los esfuerzos que hiciera, serían infructuosos. Mi mejor amigo (el cual es delgadísimo) y un gran amigo de ese entonces (el cual tenía unos músculos de envidia) me prometieron ayudarme a salir adelante. Pero tal como te pasa a ti, mi mente comenzó a crear e imaginar cosas que no debía. Sentía que avergonzaba a mis amigos por no tener un cuerpo delgado, me sentía horrible y me despreciaba a mí mismo, tal como lo haces tú. Es horrible cuando te miras al espejo y te tratas como “ballena”, “monstruo” y tantos adjetivos que podemos encontrar.

Decidí, al igual que tú, tomar el camino fácil y comencé a inducirme el vómito. Al principio fue asqueroso, pero se sentía bien, esa sensación de liberar las culpas era impresionante. Y así estuve durante un mes completo. Vomitaba desayuno, almuerzo y cena. Hasta que mi mamá me descubrió. Nunca me había sentido tan avergonzado conmigo mismo.

He visto como lloras, pero créeme que el espejo te miente. El espejo siempre te va a mentir y tu mente puede engañarte. Pregúntales a tus amigos como te ves, ellos te quieren sinceramente y te dirán la verdad. Deja de hacerle caso a tu mente enferma, que lo único que quiere es destruirte. No te compares con personas famosas, ya que lo único que lograrás será bajarte el ánimo. Eres única, por favor no lo olvides.

Lo primero que debes hacer es pedir ayuda. Cuando mi mamá me descubrió, lo primero que hice fue llamar a mi mejor amiga y fui a su casa. Nadie puede entenderte mejor que alguien a quien quieres. Si no tienes confianza con tu mamá (como suele ocurrir a esa edad) puedes conversar con un/a amigo/a de la vida. Aprendí (y no es por desmerecer a esa profesión) que los psicólogos no sirven mucho en estos casos. Cuando fui a uno, me sentí como un ratón de laboratorio. Él no sabía por todas los sucesos que yo había pasado y me dijo cosas que ya tenía claras: mi mente me jugaba en contra, el espejo me hacía mal y bla bla bla. Por eso, decidí no ir más. No te estoy aconsejando que lo hagas, todos somos distintos y quizás a ti te funcione ir con un psicólogo. El tema aquí es que debes pedir ayuda SI o SI. No puedes quedarte sola. Como he dicho antes, la vida es demasiado hermosa, y créeme que ahora me arrepiento de haberla desperdiciado.

Asegúrate de que tus visitas al baño duren lo justo y lo necesario. Mi mamá me obligaba a cantar cuando yo entraba a hacer cualquier cosa, para asegurarse que no estaba vomitado. No te evalúes en el espejo. Solo mírate y siéntete bella, sé que es difícil ya que nuestra autoestima no es la más alta, pero se puede lograr. Puedes salir adelante, no estás sola. Me acuerdo la primera vez después de todo ese caos, en que pude mirarme al espejo y decirme “te ves bien”. No sabes lo hermoso que se siente. Eres bellísima no lo dudes ni por un momento. Me gusta pensar que cada uno puede ser un modelo de pasarela en su propio estilo. Da el ejemplo y surge.

Dije más arriba que nunca te curas de un desorden alimenticio. Es verdad. Meses después en que ya había dejado de vomitar, aún sentía la culpa cuando comía y sentía que mi estómago me PEDÍA a gritos devolver la comida. Pero debes ser valiente. Un desorden alimenticio no se cura, se supera. Y tienes todo de tu lado para superarlo y ayudar a niñas y niños que están sumergidos en la bulimia o anorexia. Espero haberte ayudado.

Tu vida es tu batalla más preciada.

Todo lo que no te dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora