Mientras subía al dormitorio, Emily se preguntó si para cuando acabara la semana se habría quedado sin trabajo.
Desde que Harry había ido a recogerla esa mañana, había alternado entre mostrarse descarada y a la defensiva, dos actitudes nada típicas en ella.
Pero había algo en Harry que la hacía reaccionar así, algo que la hacía sentirse más sensible de lo normal. Cuando la miraba se volvía consciente de sus defectos... o del hecho de que no era bonita ni sofisticada.
¿Y por qué había querido hacerle creer que usaba y desechaba amantes como si fueran camisetas?
Movió la cabeza, preguntándose si se habría vuelto loca. Cuando entró en el dormitorio trató de controlar la inquietud que le producía la idea de tener que pasar allí las siguientes seis noches.
Abrió uno de sus cajones de la cómoda y sacó un pijama y todo lo necesario para ducharse. Unos minutos después, mientras se hallaba bajo el agua, nuevos horrores pasaron por su mente.
¿Y si se ponía a roncar por la noche? ¿Y si rechinaba los dientes mientras dormía, o si, Dios no lo quisiera, babeaba? ¿Cómo iba a volver a mirarlo a la cara?
No debería haber aceptado aquello. Se cepilló el pelo casi con rabia, deseando poder volver atrás, al momento en que Harry, mirándola con sus picaros ojos verdes, le pidió que se hiciera pasar por su esposa. Fue en aquel momento cuando perdió la cabeza. Desde que Harry la miró con aquellos ojos y ella accedió a hacerse pasar por su esposa, perdió la cordura.
Terminó de ducharse rápidamente y, tras secarse, se puso su recatado pijama color rosa pálido.
Abrió la puerta del baño y se asomó al dormitorio, comprobando con alivio que Harry aún no había subido. Apartó rápidamente la colcha y tiró de la sábana encimera. Si iba a dormir en el sofá, al menos iba a hacerlo con una sábana.
Afortunadamente, ella era bastante pequeña, pero aquel diminuto sofá no estaba hecho para ser utilizado como cama, y las piernas le colgaban incómodamente de uno de los brazos.
Encontrando aquella posición imposible, se volvió de costado y acurrucó las piernas para encajar en el reducido espacio. Con un poco de suerte, se habría quedado dormida para cuando Harry llegara.
Acababa de pensar aquello cuando la puerta se abrió y Harry entró en el dormitorio. Emily cerró de inmediato los ojos, simulando dormir.
Supo lo que hacía por los sonidos. Vació sus bolsillos y dejó las llaves y las monedas encima de la cómoda. Luego suspiró a la vez que se sentaba en la cama.
¡Plaf! Se quitó un zapato.
¡Plaf! Se quitó el otro.
A continuación fue al baño y abrió el grifo de la ducha.
Emily abrió los ojos y cambió de posición, agradecida. Se le había dormido una pierna y tuvo que flexionarla varias veces para restaurar la circulación de la sangre.
Cambió de posición una vez tras otra, tratando de encontrar la más cómoda para dormir. Volvió a quedarse paralizada cuando oyó que el agua dejaba de correr.
Unos momentos después se abrió la puerta del baño y Harry volvió al dormitorio, llevando consigo un penetrante olor a jabón y piel fresca. Era el aroma más provocativo que Emily había olido en su vida. Lamentó profundamente no tener un resfriado de nariz.
¿Cómo dormiría Harry? ¿Con pijama? ¿En calzoncillos? Esperaba que no se le ocurriera acostarse desnudo estando ella en la habitación. Cerró los ojos con fuerza, negándose a satisfacer su curiosidad.
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Errors & Favors
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