Asombroso... como unos labios que parecían delgados y poco acogedores podían ser en realidad tan suaves y saber tan bien.
Inicialmente, el beso fue un poco vacilante, pero aquello no tardó en ser insuficiente.
Harry tocó con su lengua la de Emily y el deseo lo estremeció como un relámpago cuando ella abrió la boca, permitiendo que penetrara en ella.
Sabía a inocencia y a palpitante sensualidad, una combinación embriagadora que fue como una explosión en su cabeza. Bebió de ella, adorando su sabor.
Sintió los poderosos latidos de un corazón, pero no supo si era el suyo o el de ella. Deslizando las manos por su espalda sintió lo delicada que era, y despertó en su interior un intenso sentimiento protector totalmente atípico en él.
Emily se arqueó bajo sus caricias, como un gato disfrutando y alentándolo a que siguiera. Mientras se arqueaba, sus senos presionaron contra el pecho de Harry, como animándolo a que los tocara, a que explorara su plenitud bajo la fina tela que los cubría. Él dudó, temiendo perder el control, temiendo asustarla.
Se hizo vagamente consciente del sonido de sus respiraciones, breves y ligeramente ásperas mientras sus lenguas se acariciaban.
Alzó una mano y tanteó el pasador que sujetaba el pelo de Emily hasta que logró soltarlo.
En cuanto su pelo quedó libre, Emily se apartó de él y se puso en pie.
-¿Por qué... por qué has hecho eso? -preguntó, con voz débil y entrecortada.
Se agachó y recogió el pasador que había caído al suelo. Harry vio cómo temblaban sus manos.
-¿Por qué he hecho qué? -preguntó, aturdido, tratando de recuperar el control, de apartar aquel dulce sabor de su boca. Estaba asombrado por su reacción a aquel beso, por la intensidad de su deseo.
-Besarme. ¿Por qué me has besado? -Emily no lo miró mientras volvía a ponerse el pasador.
Harry se encogió de hombros.
-Si no te ha gustado, ¿por qué me has devuelto el beso?
Las mejillas de Emily se tiñeron de un intenso rubor.
-No he dicho que no me haya gustado. Solo te he preguntado por qué lo has hecho.
Harry se levantó y le pasó una mano por el pelo.
-No lo sé -admitió-. Simplemente ha sucedido. Lo siento. No debería haberlo hecho -era la primera vez en su vida que sentía la necesidad de disculparse por un beso.
-No tiene importancia -dijo Emily. Sonriendo tímidamente, añadió-: Simplemente me has sorprendido. No mencionaste que los besos fueran a formar parte de mi trabajo.
Harry respiró profundamente, tratando de tranquilizar los latidos de su corazón.
-No te preocupes. Te prometo que no formarán parte de tu trabajo habitual -volvió a pasarse la mano por el pelo-. Aún tenemos un par de horas antes de la cena. ¿Qué te parece si vamos a Mustang a dar una vuelta? -sugirió, pensando que un par de horas alejados del rancho les vendrían bien para volver a poner las cosas en su sitio.
Después de lo sucedido se sentía descentrado. Por unos momentos había olvidado que la mujer con la que estaba era su secretaria, Emily.
Por unos momentos, mientras la tenía entre sus brazos, sus rasgos se habían iluminado con una luz interior que la había hecho parecer muy atractiva.
Pero no quería pensar en ella como en una mujer bonita y, mucho menos, sexy.
La necesitaba como secretaria. No podía permitirse complicar las cosas con ella.
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