••• Capitulo 10 •••

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El teléfono sonó poco después de las siete de la mañana. Emily saltó de la mesa en la que estaba tomando café y fue a responder, esperando que el ruido no hubiera despertado a su madre o a su hermano.

—Buenos días — la profunda voz de Harry la envolvió en una capa de calidez.

—¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó fríamente, tratando de reprimir la emoción que se agitó en su interior.

—Hace una mañana maravillosa. El cielo está tan brillante y azul... Un fondo perfecto para un mensaje de amor. Nos vemos en la oficina a las nueve.

A continuación colgó, dejando a Emily totalmente confundida. ¿A qué había venido aquello? Colgó el auricular y frunció el ceño, pensativa. ¿Un mensaje de amor? ¿El precioso cielo azul?

Ciñéndose la bata, con el corazón latiéndole aceleradamente, salió al porche delantero.
Harry tenía razón. Hacía una mañana maravillosa. El aire estaba cargado de frescura, aunque el sol ya se hallaba sobre el horizonte y el cielo era un fondo perfecto para el avión que lo atravesaba, soltando humo en forma de letras.

—Oh, no —susurró cuando las primeras se hicieron visibles. Horrorizada, vio cómo su nombre se iba escribiendo en el cielo.

—¿Emily? ¿Va todo bien?

Emily se volvió y vio a su madre mirando el cielo. Un momento después, Alex se reunió con ellas.

—¿Qué pasa? —preguntó, siguiendo la mirada de su madre y de su hermana hacia el cielo—. ¡Oh, vaya! ¡Es genial!

Siguieron mirando en silencio mientras el avión terminaba de escribir Emily, TE QUIERO en letras enormes.
Los ojos de Emily se llenaron de lágrimas mientras leía el mensaje de Harry. Aunque aquello no fuera un truco para conservarla como secretaria, aunque de verdad se creyera que estaba enamorado de ella, ¿cuánto tiempo durarían sus sentimientos? La locura que se había apoderado momentáneamente de él pasaría y se daría cuenta de que no estaba enamorado de ella.

No podía ceder. No podía permitirse caer en la fantasía que Harry trataba de crear. No soportaría perder la felicidad que le daría tener su amor.

—¡Ese tipo debe de estar loco por ti, Emily! —exclamó Alex. Pasándose una mano por el pelo revuelto, añadió—: Yo me vuelvo a la cama.

Emily miró a su madre. Esta la miraba con gesto especulativo.

—¿Necesitas hablar?

Las lágrimas que Emily había contenido durante aquellos días se desbordaron. Por unos momentos fue incapaz de hablar, sintiendo que tenía el corazón en la garganta.

Su madre la tomó cariñosamente por un brazo y la llevó de vuelta a la cocina.

—Siéntate —dijo, y a continuación entregó a su hija un pañuelo—. Y ahora, cuéntame lo que pasa —añadió, sentándose junto a ella.

Emily sorbió por la nariz, tratando de contener las lágrimas, que parecían imparables.
Su madre permaneció pacientemente a su lado mientras lloraba, palmeándole la mano.

Finalmente, las lágrimas dejaron de manar y Emily pudo hablar. Primero habló de la semana en Mustang. Aunque no mencionó el hecho de que ella y Harry habían compartido la misma cama, si habló del curso de Barbara y de la cercanía que este había creado entre ellos.

—Creo que siempre he estado un poco enamorada de él —dijo, mientras secaba las últimas lágrimas de sus mejillas—. Pero esta última semana las cosas se me han ido de las manos.

Janette frunció el ceño.

—Debo haberme perdido algo. Me dices que quieres a Harry y, por lo que acabo de ver en el cielo, él también te quiere, así que, ¿cuál es el problema?

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