3• Faena

11 0 0
                                    


No disfrutaba del sexo. En los últimos meses, me era algo indiferente. No sentía la explosión de hormonas en mi cerebro, no sentía aquel cosquilleo que inundaba todo mi cuerpo, no sentía como mi compañerito, explotaba como una bomba al estar en lo suyo.

Lo único que me causaba placer, era yo mismo. Pero después de un largo plazo de solo "Yo y yo", sientes que estás cansado, que necesitas a alguien.

El problema es que no encontraba con quien. Sería aún más difícil con la timidez que manejaba mi ser a su antojo.

Entonces te preguntaras... ¿Cómo conseguía follar?

Taxista. Diez de la noche. El frió azota a Varsovia. Zona turista de la ciudad. Taxi solo. Cachondo. Prostitutas esperando un cliente.

La monotonía me había devorado.

Encerrado en mi habitación, encendí mi laptop que se encontraba a punto de explotar en mil pedazos de lo hecha mierda que estaba. Busque algo nuevo en las páginas de mi preferencia. Pasaron varios minutos, hasta que di en el blanco.

"Rubia delgada con gran culo, dispuesta a todo con su vecino"

El destino conspiro a mi favor.

No entrare en detalles, simplemente me deje llevar de la emoción y todo termino en una gran y placida noche de sueño profundo.

Al día siguiente limpiaría el piso.

--

Mi estómago rugía como un dragón. Llevaba casi dos días sin comer, solo fumar. Me miraba al espejo y notaba lo delgado que estaba, mis costillas se marcaban, parecía una jodida guitarra. El problema es que no me daba hambre, seguramente era por el exceso del alcohol y sustancias ilegales que inundaban mi cerebro, las cuales bloqueaban las hormonas o lo que causara hambre. Qué se yo.

En mi refrigerador no había nada.

Tendría que salir a trabajar y buscar algo de dinero para comprar algo. Estaba dopado por el cansancio y no me sentía en condiciones óptimas de salir a las frías calles de Varsovia. Que se follen a mi estómago.

La casa tenía un apestoso olor a mortecina, el hedor que se reposaba en cada rincón de mi apartamento, hacía que tu nariz pidiera a gritos, no ser parte de tu cuerpo. Qué asco que tenía de ser yo.

Todo se fue a la mierda en el momento que escuche su voz. Mande al carajo todos mis pensamientos y me centre en colocar mis oídos en mi puerta y escuchar aquella voz melódica y suave que se escuchaba del otro lado, esa voz que lograba que mi corazón se acelere a mil latidos por minuto, pero que al mismo tiempo, lograba calmarlo como si de un tranquilizante se tratase.

Sin duda alguna estaba pisando el acelerador con toda mi fuerza.

Eras increíble, Hannah.

- Yo también te he extrañado, Jeremia. – Escuchaba la voz de Hannah desde mi puerta. – Espero que estos tres meses se vayan volando.

***

- Sería más fácil si tu vinieras a Varsovia a visitarme.

***

- Te podrías quedar el fin de semana. – Mire por el ojo de la puerta. Hannah jugaba con el chicle que estiraba con sus dedos. – Podemos conocer un poco más la capital. Es más grande de lo que te imaginas.

***

- Sé que Lodz lo tiene todo, pero no me tiene a mi... - Hannah sonaba coqueta.

***

Me pertenece ©Where stories live. Discover now