1• Aquella voz.

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- Un poco viejo tu taxi... ¿No?

- Es lo único que me heredo mi padre. Su viejo taxi.

- Tiene un característico olor a historia. – Comentaba el pasajero tratando de hacer más ameno el ambiente. – Eso lo hace acogedor.

- No todos piensan así. Algunos no se suben al ver este vejestorio.

- Bueno, tal vez una pintada no le caería mal. – El hombre reparaba cada centímetro del vehículo. – También podrías mandar a cambiar las sillas, son un poco duras.

- Apenas me alcanza para pagar el alquiler de mi hogar. – Respondía Alexio. – Por suerte el alquiler es barato. Solo le cabe una cama, una mesa, unas sillas y un televisor. De hecho creo que tendría más espacio en el ataúd con el que me enterraran.

- Tu manera de ver la vida es bastante oscura. Deberías relajarte un poco.

- Relajado siempre he estado. Solo digo la verdad.

- Bueno, pero aunque sea vives de este aparato. No todo es tan malo.

- Esto no es un aparato, es una roca con llantas. – Alexio señalaba todo el alrededor del taxi. – Entiendo la razón por la cual, las personas prefieren esperar otro taxi.

- Pero te lo repito. Vives de él.

- Al parecer tenemos diferentes conceptos sobre lo que es "Vivir".

- Bueno, tú y tu pesimismo.

- Tú y tu poco realismo.

- Aunque sea tienes un trabajo. No te imaginas cuanta gente en la calle desearía tener un empleo y poder cubrir sus necesidades básicas.

- Es lo que yo hago. Cumplo mis necesidades básicas. – Alexio miraba al pasajero a través del retrovisor. – Se cuántos pasajeros necesito al mes para poder pagar el alquiler, alimentarme, comprar cigarros y cubrir el combustible.

- Suena un poco mediocre.

- No, no es para nada mediocre. Por más esfuerzo que haga, la vida no me lo recompensara. Mi padre es el claro ejemplo de que esforzarse demasiado, no sirve de nada. Este taxi no le pago nunca tantos años, meses, días, horas, minutos y segundos de vida que le regalo a este aparato.

- Dedícate a conducir. No quiero que en uno de tus arranques depresivos, te dé por estrellar el auto adrede.

- No suena tan descabellado. – Alexio esbozo una sonrisa.

Minutos después, llegaron al lugar a donde se dirigía aquel peculiar pasajero.

- Como que tu biblia en la mano contrasta mucho con este lugar, ¿No crees? – Preguntaba Alexio de forma cómica.

- ¿Cuánto te debo? – Pregunto tratando de evadir el comentario hecho por Alexio.

- Son seis Złoty.

- Esto queda entre nosotros. – El sacerdote le entrego un billete de cincuenta Złoty. – Quédate con el cambio.

- No te preocupes. Por uno de estos, guardare el secreto. – Alexio se refería al billete. – Es más, si me invitas a una, te llevare a donde necesites por una semana.

- Vete a la mierda. – El sacerdote camino rumbo al burdel que estaba a sus espaldas.

Alexio arranco en su taxi con una risilla en su boca.

Me pertenece ©Where stories live. Discover now