Para Claus Pierce convertirse en un reconocido escritor significó también convertirse en un completo ermitaño, cuya vida se basada en mantener contacto con su madre, su perro y sus tres amigos de siempre. Sin embargo las cosas parecen querer dar un...
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-¡Es un idiota!- soltó Perrie con rabia
-Shhh- su amiga Ada la calló fulminándola con la mirada- No, no usted no es un idiota, es mi amiga que esta toda deprimida... si, si la pizza, una ensalada cesar, dos hamburguesas doble queso y carne, la orden de papitas con condimentos, la bandeja de sushi, y el litro de gaseosa...- confirmó Ada, y luego asintió escuchando lo que le decía el encargado del delivery en el restaurante que estaba pidiendo comida, para terminar en un "gracias" y colgar para dirigir su atención a Perrie que la miraba.
-Es un idiota sexy- soltó y Ada no pudo hacer nada mas que reírse
-Es patético, prácticamente lo estabas acosando, no puedes obligarlo a que te quiera - se levanto caminando hacia la cocina para buscar un tarro de helado que había llevado cuando su amiga la llamo.
-Perooo lo amoooo- se lamento Perrie haciendo un puchero, Ada suspiro
-No puedes amarlo, casi ni le conoces- se acomodo al lado de su amiga con el tarro de helado y dos cucharas - Pero bueno, te acompañare en tu luto- dijo con burla
-Gracias, ademas eres mitad culpable de todo esto, tu me dijiste que le hablara- menciono Perrie mientras tomaba una gran porción de helado con la cuchara.
-Pero no que lo acosaras, si casi y te sabes toda su vida- Perrie gruño y Ada ignorándola buscó una película en el televisor y cuando encontró una que le llamó la atención el timbre sonó, por lo que se levantó jalando del brazo a Perrie para que le ayudara a trasladar la gigante entrega de comida que habían pedido para toda la noche.
