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Después de haber vivido dos semanas en ese apartamento, Perrie había aprendido mucho de Claus, y todo se resumía en una oración: era un ermitaño. Literalmente en esas dos semanas completitas solo había visto una vez a Claus y fue cuando iba a bañarse y lo encontró en el baño bañando a Watson, comenzaba a considerar que tal vez Claus escapaba de ella. 

Era viernes y no tenía clases, por lo que le escribió un mensaje a Ada para que salieran a algún lado en la tarde, salió de su habitación y el silencio de siempre la recibió, caminó a la cocina con el estómago rugiéndole y sacó un sartén junto con algunos ingredientes para hacerse un omelette, se había encargado de comprar muuuchas cosas, después de que un dia se dio cuenta que Claus no tenía nada, y su vida era la cocina y la comida, por lo que le pareció extremadamente necesario y hasta el momento Claus no le había dicho nada.

Puso entonces en un tazón huevos, hongos, una pizca de sal y pimienta, cebollas, tocino y espinacas picadas, lo revolvió tarareando una canción que no le salía de la cabeza y cuando el sartén estuvo caliente lo dejo caer inundando el lugar por el sonido más satisfactorio del mundo y por un aroma delicioso. Uno de los placeres de la vida para Perrie era cocinar, para ella era como entrar en su burbuja, en su mundo, eran solo ella y su comida, por lo que no se dió ni cuenta cuando Claus entró a la cocina.

Se sobresaltó cuando se giró para servir el omelette y lo vió sentado en una de las sillas de la isla sonriendo y mirando hacia su celular. Entonces sucedió algo muy extraño, Claus dejó de ver su celular, para mirar el plato con el omelette y luego para mirar a Perrie que seguía algo embobada, frunció el ceño, no se suponía que ella estuviera hoy aquí, ¿no era viernes?, ¿la clases en la universidad no eran todos los días de la semana?

-Holaaa-soltó Perrie para romper el silencio, Claus carraspeó y se sintió algo incómodo por no haber previsto todo esto antes, se mordió el interior de la mejilla con frustración, todo debía estar planeado cuando se trataba de Perrie. Suspiró.

-Hola...-trago saliva ordenando ideas en su cabeza, estaba medio aturdido por el olor de ese omelette y por la presencia de Perrie-Hoy no se supone que fueras a clase?

-Las cancelaron- Perrie soltó todo el aire contenido y una pequeña sonrisa apareció en su rostro- ¿Quieres desayunar?

WOW, tanto Perrie y Claus abrieron sus ojos repentinamente, Perrie porque se dio cuenta de que estaba estableciendo una conversación normal con un hombre jodidamente guapo y que acababa de ofrecerle comida, Claus porque eso.... no se lo esperaba, frunció sus labios sonrojandose un poco.

-Sí eso estaría bien- asintió mirando de reojo como Perrie se giraba y volvía a colocar algo de un tazón al sartén que tenía, se permitió examinarla libremente, miró su cabello corto blanco, su top negro que se ajustaba al torso, su cintura fina, y luego caderas un poco mas anchas cubiertas por un buzo gris, guardó esa descripción creada en su mente para agregarla en algún momento a su libro... su libro... quería que pedirle su opinión a Perrie, pero aún no se decidía cómo hacerlo.

Un contrato que no incluye besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora