Capítulo 4.

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Se bañó, se cambió con un vestido blanco, corto de vuelo, dejó su cabello suelto, modeló unas cuantas veces frente al espejo y sonrió.

Se sentía bien, feliz, hermosa...

Y libre.

Si tan solo hubiera aclarado sus sentimientos antes, se hubiera evitado tanto sufrimiento.

Apreciaba a Sasuke, eso era innegable, también estaba algo molesta con él.

Pero ya no perdería más su tiempo en esas cosas, aún era joven, aún tenía cosas por vivir, podía amar y ser correspondida.

Salió de casa, rumbo al hospital, saludaba a la gente y caminaba con tranquilidad, prestando atención a cada detalle en el panorama.

Llegó, llamó la atención de todos, los saludó amablemente y entró en su consultorio.

Estuvo revisando expedientes, atendió a algunas personas, entre ellas a un adorable niño de 4 años, que no paraba de tocar su cabello.

Estaba tranquila, ahora pensaba en todo lo que había hecho para lograr ser médico, no había sido entrenamiento fácil, pero cada segundo había valido la pena.

Se asomó por su ventana, observando a las personas transitar sin preocupaciones, el ambiente tenso de la guerra ya no estaba.

Hace años había acabado, y la gente había podido con ello.

Su cuerpo se tensó al distinguir una cabellera negra entre las personas, totalmente inconfundible.

Cuando estaba a punto de voltear, ella se sentó de sopetón, alejándose de la ventana.

Por alguna razón qué no entendía, no tenía ganas de ver a Hinata.

—Ella no te ha hecho nada Sakura. – se recriminó.

Suspiró y siguió con su trabajo, hasta que...

—¡Sakura-chaaaan! – Naruto abrió la puerta de golpe.

—¡Cállate cabeza hueca!, No estás en tu casa, estás en un hospital.

Su gesto de molestia duró apenas dos segundos, y sin consentimiento de su mente, su cuerpo se levantó, caminó hacia el rubio y besó su mejilla.

Naruto quedó estático, las puntas de sus dedos temblaron y el calor se apoderó de su rostro.

Entonces la pelirosa se dio cuenta de lo que hizo, y enrojeció el doble.

El rubio entonces le prestó atención, se veía muy bonita, y más feliz, como hace tiempo ya no lo era.

—Te ves muy alegre Sakura-chan, y muy linda. – se rascó la nuca nervioso.

—Yo siempre me veo linda. – giró fingiendo superioridad, pero estaba completamente nerviosa.

Ambos se quedaron en silencio.

—¿Necesitas que te revise o algo Naruto?.

Entonces lo recordó.

—¡Deveras!, ¡Sakura-chan, tenemos una misión, tú y yo! – la tomó de la mano y tiró de ella mientras corría.

(...)

—¡¿Cómo dice?! – gritaron los dos por la petición de su ex sensei.

Él solo asintió, con una sonrisa aburrida.

—¿De verdad es posible que existan padres tan irresponsables? – la pelirosa estaba indignada.

—¿Cuántos años tienen?, ¿15?– se burló Uzumaki.

—Tienen 17 años, Naruto.

La quijada de Naruto cayó al suelo, y Sakura abrió los ojos enormemente.

Toda la charla era observada por un niño de 3 años, era castaño, de ojos claros y piel aperlada.

Resulta, que la hija de un feudal había ido con su marido a Konoha, hicieron un tratado de comercio con Kakashi y se habían marchado.

Olvidando a su hijo.

—Bien, supongo que no queda de otra.

—Yo no soy niñero de nadie.– Naruto entre cerró los ojos con enfado.

—En ese caso, creo que otro ninja puede acompañar a Sakura, – Kakashi sonrió con malicia. — Hay muchos dispuestos a trabajar con ella, y a...

—¿Ya nos vamos o qué? – el rubio miraba mal al peliplata mientras tomaba la manita del niño.

—Pueden retirarse. – su tono victorioso y la mirada de Naruto confundieron a Sakura.

Sería un viaje bastante entretenido.

(...)

—¿Para qué trajiste tantos dulces, Sakura-chan?

—Estamos viajando con un niño, Naruto, si en algún momento se aburre le daremos algunos, no demasiados.

—Sabes mucho de niños. – se sonrojó viéndola de reojo.

—Aprendí gracias al trabajo en el hospital, aunque no siempre son iguales, la mayoría de los niños tiende a relajarse si tiene un dulce en mano.

—Serás una gran madre, Sakura-chan.

Ella sonrió sinceramente.

Él no pudo evitar imaginarla cargando a un niño rubio de ojos verdes.

El niño los veía mientras se aferraba a la mano de Naruto.

Llevaban buen rato en marcha, el niño paró de caminar y talló sus ojos.
Sin decir nada, estiró los brazos hacia Sakura.

—Ven, yo te cargaré. – Naruto se agachó, pero el niño se alejó de él.

Volvió a extender los brazos hacia Sakura, con una mirada tierna y somnolienta, qué debilitó por completo a la chica.

—Tú, tú fuerte. – dijo el niño.

Naruto entre cerró los ojos molesto, mientras ella cargaba al niño en su espalda con toda la alegría del mundo.

—Ese niño es un mañoso. – refunfuñó.

El niño le sonrió travieso y le mostró su lengua.

—¡¿Qué?!, ¡Sakura-chan, el niño me sacó la lengua! – gritó apuntandolo mientras enrojecía.

—No es cierto, ahí la tienes. – dijo ella sin girar a verlo.

El niño sonrió aun más y repitió el gesto.

—¡Mira Sakura-chan, otra vez lo hizo!.

Esta vez ella giró un poco, viendo al niño con sus ojos cerrados, durmiendo tranquilo.

—Deja de portarte como tonto y avanza.

Siguieron caminando, el niño abrió los ojos, movió los labios sin soltar algún sonido, formando una palabra que Naruto pudo leer a la perfección.

"Tonto"

Él rubio echó humo por la nariz, iba a darle un coscorrón al mocoso.

En el mismo instante la pelirosa giró, atrapandolo en el acto.

—¡Naruto! – gritó enojada.

El rubio se puso azul del susto.

El niño lloró sobando su cabeza.

—¡Ni siquiera te toqué! – lo apuntó ofendido. —Espera, ¿Por qué te pones los guantes?, ¡Sakura-chan por favor no!

—¡Shanarooo!

El rubio voló hasta estrellarse con un árbol, mientras el niño sonreía con malicia.

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He aquí otro capítulo.

¿Alguna vez un niño les ha cagado la vida?

Voten y comenten plox🌌

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