Capitulo 9: Aeropuerto.

1.1K 39 3
                                    

Espero que os guste!! Y grácias a los seguidores de esta historia y por los animos y... por todo. Muchísimas gracias!

&&&&&&

Capitulo 9: Aeropuerto. 

 Mi cuerpo estaba paralizado en esos momentos. Me sentía un animal pequeño, enjaulado y aterrado. Sus pasos parecían provenir de un metro de lejanía. Mis ojos azul turquesa no concebían lo que él estaba a punto de hacer. Tan solo, cuando lo tuve tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla, se aproximó a mí, y con su voz firme y arrogante, me dijo junto a mi oído.

-Aún no te has caído de bruces contra la realidad, Corea? Que doloroso puede ser cuando no te quieren verdad? No te ha quedado claro aún? Hace falta que te lo vuelva a repetir?

Mi voz no articulaba ningún sonido. Esas preguntas con sus respuestas, ya me las había imaginado con los años que llevo sintiendo algo por él. No me sorprendía en absoluto que él dijera tal semejanza de preguntas. Así que me lo tome con calma al contestar.

-Estás preguntas no tienen ningún reparo para dolerme. Sus respuestas las sabes como tu mismo sabes inconcientemente que respiras. No hace falta que te las conteste. -y finalizadas mis contestaciones, me aparté de él, porque sabia que no me dejaría escapar si me quedaba más rato a su lado.

Con pasos decididos me fui hacía la cocina, dejando a Albert con preguntas en su consciente. Mi tranquilidad no cabía en la firmeza de mis actos, así que empecé a hacerme algo para comer lo más rápido que pude. Cuando todo estuvo listo y engullido, me fui hacía arriba en la cómoda, donde esperaba la llegada de la hora, para poderme ir sin ningún remordimiento en la mente.

Al final, la hora había llegado. Con pereza me vestí y fui al baño, ha hacer todo lo que tuviera que hacer. Cuando acabe, cogí las maletas y me dirigí con sutileza y cuidado por las escaleras, hasta llegar a la entrada. No me entretuve para desayunar, ya que por el ruido podía despertar a Albert. Cogí las llaves del coche y di un giro a la manecilla, para poder salir al exterior. El único remordimiento que tenía, era que no me podía llevar conmigo a Max, pero con firmeza y sin mirar a atrás, me dirigí hacía el taxi que me esperaba justo al frente de la casa. Me subí y deje que el se encargara de la única maleta que había llenado, a duras penas.

El camino fue silencioso y con pensamientos. Me sentía mal por no poderme despedir de nadie, pero por el bien de mi, así tenía que ser.

Llegado al aeropuerto, espere hasta que faltaran diez minutos para que el vuelo despegara. Me sentía triste y dolida. Mi cabeza procesaba cada una de mis caídas y de mis errores de mi vida. Estaba sentada en una de las sillas, mirando el suelo, dirigiendo las miradas hacía los pasos apresurados de la gente. Mis ojos no percibían mas allá que el movimiento de los zapatos de las personas repiqueteadas contra el mármol fino y brillante. Mi cabeza giraba alrededor de mis sentimientos y a más, pensamientos.

Cinco minutos faltaban para que me dirigiera hacía Alemania. Así que, respirando fondo y cogiendo la maleta con toda seguridad que aparentaba, me dirigí hacía la sala de embarque. Me pare un segundo sin mirar hacía atrás, pero continué caminando, pero esta vez, sin darme prisa, porque me gustaría que alguien me detuviera, que me dijera que siente lo mismo que yo. Pero eso tan solo ocurría en mis sueños. Alguien, atento a mi llamada, por harte de un sueño, empezó a chillar desde la lejanía. Mi mirada estaba perdida, igual que mis sentidos.

De un momento al otro me cogieron del brazo y me empujaron. Después de aquí, lo único que sentí fue que mi cabello se estaba humedeciendo imperceptiblemente, y que alguien me tenía rodeada y me estrujaba hacía su regazo. Eran unos bazos fuertes, y con un olor familiar en él. Un mechón de pelo castaño se le escapó, y pude ver con claridad, que reconocía todo en él. Levanté la mirada con temor a que eso fuera un sueño, pero no, quien estaba allí era Albert. Su mirada era triste. Tenía lágrimas en los ojos y sus labios temblaban como dos hojas. Mis ojos se dulcificaron en poco tiempo, pero al tiempo que había echo eso, la cambie y la puse dura e insensible.

Pero sus palabras me descolocaron.

-Corea...No se por donde empezar. Me he querido mentir, pero... llega un punto que ya no puedes hacerlo más. Me he dado cuenta que me miras diferente que las otras mujeres, e incluso me tratas de distinta manera. Me he querido alejar lo más que he podido de ti, pero... Ya no puedo hacerlo. Quería que ya no sintieras nada hacía mi, porque tan solo te he echo daño. Te he querido herir para que me olvidaras... Pero... Soy un egoísta y te quiero y deseo que estés a mi lado. Han habido palabras y actos crueles y miserables todo el tiempo. Te ha dolido. Mis palabras no pueden ser creíbles por el gran dolor que he cometido hacía ti. Pero... te quiero de verdad. Y te lo voy a demostrar tanto como pueda, si quieres... -sus ojos mostraban desesperación. Parecía sincero, pero... una parte de mi no lo quería creer, para que no lidiara más con el dolor.

-Albert, las acciones que has echo, me han echo reflexionar. Tus palabras no son signos de misericordia para que yo te perdone. Pero... por el dolor que me has causado y por las acciones que has cometido, sería mejor que me dejaras ir. A más, los dos sabemos lo que realmente sientes, que es absolutamente nada. Espero que te las apañes solo y con tu dulce novia. Ahora que no ya no seré un estorbo, borra cada recuerdo echo por mi, porque...-mi frase no pudo acabar, porque un nudo en la garganta se me instaló. El estudiante más popular y con mayor numero de pretendientas de la escuela, estaba arrodillado en frente de mis narices, y a más, él mismo no me había dejado acabar la frase.

-Te quiero y te juro que voy hacer que me perdones. No me había dado tiempo de decírtelo, pero he cortado con Lisa. Cuando desapareciste, ya no pude rechazar mis sentimientos hacía ti. Voy hacer que confíes en mi, pero por favor... dame un oportunidad, te prometo que no la desaprovechare.

Mis cejas estaban fruncidas ligeramente. Tenía miedo que me mintiera, pero... Al final, tuve una decisión.

-Albert, me voy a Alemania.-al oír esto sus manos se dirigieron hacía las mías, y con ojos desesperantes empezó a balbucear que no me fuera, pero yo tajante y fuera de mi, le conteste.- Puedes dejarme acabar? -su mirada se entristeció. Sus ojos brillantes estaban apagados y sin rastro de algún sentimiento que a él se le pudiera adherir como él era.- El vuelo... esta a punto de despegar, así que si me permites, podrías levantarte y dejar de hacer ver que no te importa hacer el ridiculo? -sus ojos empezaron a tener el brillante que lo caracterizaba hacía mí, pero este era extraño.

-Puede ser que este haciendo el maldito ridiculo, pero es lo que siento. Por fin he aceptado esto, Corea. Me tienes que creer. Una puñetera vez, joder! -sus ojos destilaban desesperación, pero sabía que tan solo sería porque no sabría donde meterse cuando supiera mis padres que me había ido. 

-No voy a jugar más a este juego. Todo lo que me ha causado ha sido humillación y dolor. Por que debería creerte? Has demostrado una pizca de humildad hacía mí? Compasión por tus palabras? -mi mirada taladraba la suya sin remordimiento alguno- No voy a caer en el mismo error, no otra vez.

De golpe, des de los altavoces se pudieron escuchar unas palabras que me helaron totalmente.

-Señores pasajeros, los vuelos se cancelan hasta nueva orden a causa de la tormenta que se avecina. Hasta nueva orden no se estableciran los nuevos horarios. Tengan un buen día.  

Una gran sonrisa surcó el rostro del maldito estudiante universitario que estaba delante de mis narices. Contemplando mi cara con diversión.

-Mejor, así tendremos más tiempo para hablar. 

Oh, mierda.- fue lo único que pense, mientras hacía una mueca. 

&&&&&&

PRÓXIMO CAPÍTULO, CONFUNDIDA POR LA REALIDAD? 

Simple y único (Completado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora