Cronicas del fin del mundo 1: El despertar de la magia (editando)

Prologo

Grant, Sala de Reuniones del Consejo de Asuntos Mágicos y Sobrenaturales, enero, 2015.

—Ahora todos tomen asiento—la voz femenina resonó por toda la lujosa habitación.

Inmediatamente todas las personas en la sala siguieron la indicación de la juez.

—Muy bien comencemos—la mujer se aclaró la garganta—Señora Martha Bloom pase al frente.

—Martha Asher— replicó una mujer rondando los cuarenta, mientras caminaba hacia el estrado, su cabello rubio oscuro, casi anaranjado le caía por la espalda, llevaba un ajustado vestido debajo de la túnica reglamentaria para la ocasión.

—Como sea... desde lo sucedido con su esposo su estabilidad mental se ha puesto en duda— dijo sin nada de tacto la Juez— sin embargo, todos sabemos que es o al menos era la mejor agente con la que contábamos, de modo que hemos decidido darle una segunda oportunidad y asignarle una misión después de casi quince años.

—Muchas gracias—suspiro Martha aliviada— creí que nunca se me volvería a asignar una misión— dijo a la vez que se acercaba al estrado para tomar el folder en el que se especificaban los pormenores del trabajo.

—No tan pronto señora Bloom, no nos podemos permitir confiar en usted, de manera que la enviaremos con un asistente cuidadosamente escogido por el consejo—contesto con tono severo— señor Jul pase al frente.

Edmund Jul se colocó junto Martha en el estrado, sus ojos azules brillaron de alegría.

—Hola—dijo Edmund en un susurro.

—Hola—contesto Martha, un poco menos alegre que el.

—Después de realizar diversos estudios, llegamos a la conclusión de que tener un asistente experto en el tema, que además fuera un conocido cercano facilitaría la misión— la juez hizo una pausa para tomar el sobre Manila sobre su escritorio y entregárselo a Martha— Dentro de este sobre está la descripción del caso; los detalles adicionales los deberá consultar en una sesión privada con su superior.

Martha tomo el sobre disimulando su alegría.

—Eso es todo por hoy— dijo la Juez— De este modo damos por terminada la sesión del día presente— acto seguido estrelló el mazo contra su escritorio haciendo resonar un trueno por toda la sala.

La sala comenzó a vaciarse, pero Martha se acercó con la juez.

—Juez Red, ¿que pasara con mis hijos?—le preguntó Martha.

La otra mujer la miro algo irritada, evidenciando que tenía cosas más importantes que hacer.

—Ellos podrán quedarse en su escuela, sabe que el internado tiene muy buenas instalaciones y...

—No de ningún modo, exijo llevarlos conmigo— interrumpió Martha, por segunda vez en el dia.

—Puede solicitar un permiso especial, de manera que les asignen un tutor— contesto la Juez secamente.

—Yo seré su tutor— intervino Edmund por primera vez.

—Temo que esas decisiones ya no me incumben a mi— replico la Juez al tiempo que desaparecia en una nube de humo.

...

—Y... cual crees que sea la sentencia de mamá?— dijo un chico de quince años mientras jugueteaba en la esquina de un cristalino arroyo.

—No lo sé— respondió su hermana, dos años menor que el con preocupación— ya tardo mucho.

Ella arrancaba ansiosamente el pasto de los alrededores. Su madre los había dejado en el jardín afuera del enorme edificio del consejo hacia las cuatro de la tarde, no tenían modo de saber la hora exacta, pero ya estaba oscureciendo; de modo que ambos se alarmaron al ver que una figura se acercaba.

—Vámonos, ¡ahora!— dijo la niña asustada, jalando a su hermano para que se levantara.

—No, solo es mamá—replicó el tranquilizándola.

Su mamá se acercó corriendo con un sobre grueso en la mano, era difícil distinguirla con la oscuridad cayendo sobre ellos.

—Buenas noticias chicos— dijo con cara de felicidad—nos vamos a la Ciudad de México.

—¿De exilio?—preguntó la niña preocupada.

—Obvio que no tonta— dijo el chico dándole una palmada cariñosa.

—¡A una misión!— contesto su mamá.

Ella y el chico parecían felices, pero la niña comenzó a hacer un terrible berrinche; haciendo que el campo alrededor estallara en llamas.